«El estrés, las preocupaciones, la ansiedad y la depresión son factores implicados en el insomnio, ya que el sueño es muy sensible a las condiciones físicas, mentales e incluso ambientales». El doctor Julio Maset, médico de Cinfa, expone los motivos por los que se ha producido un incremento de los trastornos del sueño como una de las consecuencias más generalizadas de la actual pandemia de la COVID-19. Ya antes de la crisis sanitaria constituían un problema frecuente entre la población española. De hecho, en 2018, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), entre el 20 y el 48 por ciento de la población adulta de nuestro país sufría dificultad para iniciar o mantener el sueño. Por ello, «esta época en la que predominan sentimientos como el miedo al contagio, la incertidumbre económica y la inquietud por las restricciones, ha tenido un impacto negativo en la calidad de nuestro descanso», apunta Maset.
Explica, además, que «junto a las alteraciones emocionales del día a día, que afloran en el momento de irnos a la cama, los cambios experimentados en los últimos meses, con nuevas rutinas, teletrabajo, menor actividad física, mayor aislamiento social, más conexión a dispositivos móviles y un incremento en la carga mental, están interfiriendo en que consigamos un adecuado descanso». Todo ello está dificultando aún más la conciliación del sueño, que éste sea más ligero, e incluso más intermitente con intervalos durante la noche en los que nos despertamos con más frecuencia provocando a su vez «somnolencia o cansancio a lo largo del día», añade.
El sueño es una necesidad biológica del organismo que permite restablecer durante la noche las funciones físicas y psicológicas esenciales. Por eso, la privación puede aumentar incluso el riesgo de sufrir accidentes de tráfico, domésticos y laborales.
Evitar los malos hábitos
«Hay factores que no podemos controlar, sobre todo aquellos de envergadura global como los que ha desencadenado la pandemia actual», afirma Maset, que precisamente apela a los que sí podemos manejar para prevenir esas alteraciones. «Podemos enfocarnos en aquellos relacionados con la higiene del sueño que sí dependen de nosotros. En este sentido, recuerda que pautas como «cuidar la temperatura, el ruido y la luz de nuestra habitación, así como seguir unos horarios regulares para acostarnos y levantarnos, sustituir las cenas copiosas por otras más ligeras y evitar el uso de dispositivos electrónicos antes de irnos a dormir» pueden ayudar.