Leal y Navalón abren la puerta grande de Munera

Pedro Belmonte
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La espada privó de la celebración a José Fernando Molina, quien cortó una oreja a su primer astado

Samuel Navalón y Juan Leal salen en hombros de la plaza de Munera. - Foto: P. Belmonte

Con tres cuartos de plaza y temperatura agradable, molestando el viento en algunos pasajes de la lidia, se celebró ayer un festejo mixto en el que se lidiaron dos toros de Castillejo de Huebra, primero y quinto, dos de El Montecillo, segundo y cuarto y dos novillos de Guadalmena, tercero y sexto para el francés Juan Leal, el albacetense José Fernando Molina y el novillero hecho en la escuela taurina de Albacete, Samuel Navalón.

Tuvo José Fernando Molina un primer enemigo del hierro del Montecillo con una embestida corta, haciendo hilo a la salida de los muletazos, que fue corregido por el torero cuando le dejó la muleta en la cara. Lo brindó a Hugo Rodríguez, hijo del matador de Albacete Juan Luis Rodríguez.  Faena de mucha entrega y valor, cuyos finales fueron entre los pitones, con circulares por la espalda que calaron en el tendido. Faena de gran compostura ante un toro deslucido. Lo mató de pinchazo y estocada y cortó la primera oreja de la tarde.

El segundo de su lote, de Castillejo de Huebra, fue un toro de gran volumen y renqueante de los cuartos traseros, protestado hasta el comienzo de la faena de muleta. El toro tuvo calidad y nobleza y Molina lo llevó suave, con pulso y mucho temple, llegando a conseguir que se afianzara, entregándose en los finales de la faena. Un buen trasteo el de Molina con pasajes excelentes sobre todo por el pitón izquierdo, por donde se vieron los mejores naturales de la tarde. Se atascó con la espada y el descabello y recogió una fuerte ovación.

Muy entregado se mostró Samuel Navalón con el tercero de la tarde, un novillo con el hierro de Guadalmena, que no fue claro en sus embestidas, aunque se desplazó y repitió, dándole un susto en el comienzo de faena. El novillero estuvo muy entregado, por encima de la franqueza del utrero, llegando muy rotundo al tendido, con valor y decisión, no exento de temple. Dos pinchazos y estocada le valieron una oreja.

Gran faena la que le cuajó Navalon al que cerró plaza, un buen novillo de Guadalmena con el único defecto de que le costaba humillar. Emotivo brindis a su abuela y un gran par de banderillas el que puso El Niño del Barrio, con autoridad y llegándole mucho al novillo, fue el preámbulo de una faena con temple, largura y ligazón, con muletazos excelentes por los dos pitones, que llegaron con fuerza al tendido. Las dos orejas de fueron a parar a sus manos tras pinchazo y estocada trasera. Saliendo en hombros junto al francés Juan Leal.

Abrió plaza un toro de Castillejo de Huebra, con cuajo, mansito aunque noble que embistió algo rebrincado que Juan Leal supo corregir con un toreo muy templado, dejándole la muleta en la cara para lograr que repitiera, conformando un trasteo que tuvo transmisión y mérito, adornándose con circulares por la espalda.

Una pena la espada con la que malogro una faena que comenzó  con dos pases cambiados por la espalda. El cuarto de la tarde, con el hierro de El Montecillo tuvo entrega con el capote, pero tras el caballo embistió a la muleta con poca clase, rebrincado y quedándose corto en las suertes. Mucha entrega de Juan Leal que en la distancia corta se metió entre los pitones, lo que el tendido agradeció. Media estocada arriba le hicieron pasear las dos orejas.