'Twanguero' repite apoteósico triunfo en Madrid

Emilio Martínez
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El guitarrista hijo de albacetenses actúa en Albacete el 20 de julio con su tío Miguel Ángel Gallardo

‘Twangero’, en pleno concierto en Madrid. - Foto: Víctor Moreno (Noches del Botánico)

«Parece que suenan tres o cuatro guitarras en vez de una», decía con sorpresa uno de los afortunados espectadores del concierto del pasado fin de semana en Madrid de Diego García Gallardo, Twanguero de nombre de guerra musical con resonancias planetarias. Y es que este hijo de albacetenses repitió idéntico éxito al de 2022 en el magnífico escenario del Jardín Botánico de Alfonso XIII en la Universidad Complutense. El intérprete, cargado de premios internacionales, y que reside en EEUU, ha iniciado una nueva gira española con una próxima parada muy significativa: la tierra de sus padres, Diego e Isabel, que tan bien conoce por sus visitas desde Valencia -«entre ellas, a la Feria, que es la que más me gustaba», confiesa- desde que era muy pequeño. 

Este recital en las afamadas y exigentes Noches de Botánico, serial en el que sucedió al mítico Bob Dylan, lo inició sin concesiones, sólo en el inmenso escenario en el que después era turno para Andrés Calamaro y su banda. Además con dos canciones de corte intimista de su último álbum, Carreteras Secundarias II, en el que pretende, y logra, la difícil ecuación de reproducir e inspirarse en el sonido de la selva, ya que lo grabó él mismo en directo en la jungla de Costa Rica. 

Ambos temas calaron hondo y estremecieron las fibras sensibles de los espectadores, y es verdad que si no mirabas el escenario, el fabuloso virtuosismo de Twanguero con su desenchufada guitarra española producía la impresión de que le acompañaban otros instrumentistas. Lo que sí aconteció después cuando subieron David Salvador al bajo, Dani Herrero al saxo barítono y Julio El Lento a la batería, que tocaron con él hasta el bis final, en el que el guitarrista volvió a dar la cara en solitario con un último tema de su creación, como la mayoría de los que recogen sus múltiples álbumes. 

En el resto del conciertazo, este extraordinario músico de raíces albaceteñas hizo un variado repaso de su dominio de casi todos los géneros, a excepción en este caso del flamenco y la clásica «porque todo no cabe en poco más de una hora», cual comentó a La Tribuna al concluir, muy satisfecho de la reacción del público. Un gentío que no sólo le ovacionó con un enorme y fortísimo aplauso final, sino que lo hizo tras cada tema y también bailó y batió palmas en los más rockeros, así como en versiones muy particulares y originales de canciones eternas como Cerezo rosa o Guitarra dímelo tú, de su admiradísimo Atahualpa Yupanqui. 

Con un concepto muy didáctico de sus recitales, el artista siempre lleva a cabo una explicación de cada uno de ellos, y también contó la manera casual en que surgió su dedicación a este instrumento que con el tiempo le ha llevado a la élite mundial del mismo con centenares de actuaciones cada año. «Fue hace casi cuatro décadas merced a un libro que me regaló mi padre cuando yo sólo tenía tres años, Héroes de la guitarra, y que me llevó a interesarme por ella y a comenzar mis estudios de conservatorio».  

Después llegó el largo e intenso camino como superdotado para tocarla que le hace dominar todos los géneros desde el folk americano, el flamenco, el jazz, el funky, la música clásica y el rockabilly, así como su impecable dominio del llamado fingerpicking o ragtime, que consiste en una técnica para actuar en solitario, tocando a la vez ritmo y melodía, como si fuera un piano. El guitarrista descompone los acordes coordinando los movimientos simultáneos de su pulgar, que toca las cuerdas graves, y de su dedo corazón o del anular, que toca las notas agudas. En definitiva, algo casi  imposible que sólo logran muy contadísimos virtuosos del instrumento.

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