"La industria farmacéutica abusa de su poder"

M.G.
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El exconsejero de Salud y Bienestar Social, Fernando Lamata, asegura en una entrevista en La Tribuna que "la industria farmacéutica está pidiendo cien veces más de lo que cuesta un medicamento, es un robo a la ciudadanía y un abuso de poder"

Presidente de honor de la Asociación Acceso Justo al Medicamento y exconsejero de Salud y Bienestar Social del Gobierno de Castilla-La Mancha. - Foto: José Miguel Esparcia

Acaba de publicar 'Honderos', una novela con trama sanitaria y de denuncia social que arranca fuerte porque ya en las primeras páginas habla del desorbitado precio de los antivirales de la hepatitis C y en las siguientes páginas se centra en Wuham y en el posible escape del coronavirus de un laboratorio... 

En ese episodio de la hepatitis C aparecen unos medicamentos que son eficaces para disminuir la carga viral y para que la persona pueda recuperarse, pero se fijaron unos precios desorbitados. En España, como en otras partes del mundo, se tardó meses en aprobar el medicamento porque el precio que se pedía era muy exagerado. Mientras tanto, pasó un año y murieron más de 4.000 personas que podían no haber muerto. Al final, se fijó un precio no tan exageradamente alto, pero por un medicamento que cuesta 75 euros hemos pagado 20.000 euros en tratamiento  Cuando sucede esto con productos de necesidad como las medicinas no podemos optar a ellas y no hay alternativa porque el medicamento salva la vida de tu madre, de tu hijo o la tuya y pagas lo que te piden.

Así arranca la novela, pero enseguida pasa a la Covid porque es un tema que se había acrecentado justo cuando estaba escribiéndola y teníamos la oportunidad de conseguir hacer vacunas para llegar a la población mundial. Sin embargo, vemos en la novela como la codicia de las empresas farmacéuticas hace que se fijen precios mucho más altos de lo que cuesta fabricar este medicamento y, por tanto, hubo miles de personas que no pudieran llegar a ellas, como los países de rentas bajas con un resultado dramático, la muerte de nueve millones de personas que podían haberse salvado si se hubieran vacunado al mismo ritmo que en los países con altos ingresos que pudimos comprarlas. El drama es que haya gente que esté muriendo o sufriendo con una enfermedad tratable y no se pueda tratar una diabetes, un cáncer, o una enfermedad renal por esa codicia.

Lleva años siendo una de las voces más críticas contra las patentes de las vacunas y los monopolios farmacéuticos. Imagino que la novela surge por la necesidad de contarle al mundo lo que denuncia públicamente todos los días.

Hemos escrito sobre esto mucho. Teníamos otro libro más técnico, 'Medicamento: derecho humano o negocio', donde se explica que la causa de esos altos precios viene porque le damos el monopolio a la empresa farmacéutica y coge la sartén por el mango, puede decidir el precio que pone y no hay competencia. Y los gobiernos se lo dan con una buena intención inicial, pensando que así pondrán un precio un poco más alto de lo que costó fabricar para poder recuperar lo que costó la investigación, porque si no otra empresa que no haya investigado viene, fabrica el genérico, más barato y se lleva los clientes. Ese es el argumento que está en la justificación de dar un monopolio, pero lo que no estaba previsto, aunque algunos ya lo advertían, es que los monopolios en medicamentos van a llevar al abuso de precios y ahí uno va a dar lo que pidan porque se trata de la vida. Ahí las empresas van a ganar dinero, como cualquier otra empresa, ni más ni menos.

Sin embargo, en este ámbito dar monopolios a las empresas para que recuperen los gastos de investigación es un error por los precios abusivos. Lo que hay que hacer es conseguir que recuperen el precio de la investigación dándoselo con un premio, una beca o una subvención. Todo esto lo llevamos explicando mucho tiempo desde la Asociación Acceso Justo al Medicamento, pero vimos que quizá contándolo en forma de relato podría llegar a más gente.

El libro se ha editado con pequeñas aportaciones. Siendo un tema tan interesante, ¿no intentó ponerse en contacto con las editoriales?

Tampoco soy un novelista aclamado, sino un principiante y buscamos financiación para la edición con una experiencia de micromecenazgo con más de 150 mecenas que aportaron pequeñas aportaciones para llevar el proyecto a cabo. No tenía la seguridad de un escritor y sí mucho pudor. Además, el factor positivo del micromecenazgo es que desde el principio involucras en el proyecto a muchas personas y a su vez haces labor de difusión, me pareció algo muy bonito.

¿Cómo se siente siendo un David luchando contra el Goliat de las industrias farmacéuticas?

Con la derrota que está sufriendo David desde hace años una y otra vez en este tema. Distintas asociaciones, grupos de pacientes y algunos países piden a los gobiernos de los países poderosos que se sustituya el modelo de patentes y monopolios por otro modelo de fondo global, pero una y otra vez la gran industria frena esos intentos. 

Por ejemplo, la última vez que India y Sudáfrica lo plantearon en la Organización Mundial del Comercio, como se relata en la novela, los países ricos, Estados Unidos y la Unión Europea, se opusieron por la presión de las grandes empresas farmacéuticas. Las grandes empresas cuestionan a esos gobiernos y estos les siguen dando el monopolio y el poder. En la Covid se vio porque al mismo tiempo que murieron nueve millones de personas por no poder vacunarse a tiempo, las empresas farmacéuticas ganaron doscientos mil millones de euros en dos años. Con ese dinero pagaron los 15 o 20.000 millones que costó la fabricación y el resto fue beneficio neto y parte del mismo lo dedican al marketing y a la presión para convencer a los gobiernos y mantener el sistema que les viene tan bien. 

Y a pesar de que David se siente derrotado, como dice la historia, se levanta una y otra vez. Confiamos que haya mucha gente que vaya tomando conciencia y convenza a los gobiernos y llegue un día que se den cuenta de que por este camino vamos al desastre, como ocurre también con el cambio climático. El problema es que las grandes empresas farmacéuticas tienen la mayoría de sus acciones institucionales en manos de fondos de inversión, que son los mismos que controlan grandes empresas energéticas, grandes empresas de comunicación, así que no se trata únicamente de un problema de las farmacéuticas, va mucho más allá, va de cómo queremos equilibrar los beneficios de las empresas con las necesidades sociales y ese equilibrio se rompió en la crisis financiera y todo aquello produjo beneficios abusivos para las empresas y un desastre generalizado para la gente y no se ha corregido. 

Pero el debate se va asomando, al menos, en la Unión Europea, ¿no?

La inercia de la comisión europea ha sido mantener el modelo actual y en la propuesta que hace mantiene las patentes de los monopolios como modelo fundamental para financiar a la industria, pero de alguna manera, en la propuesta hay como grietas que parecen decir que algo hay que revisar. Concretamente, que en el tiempo del monopolio que le da a las empresas. reduzcamos un 20%, es como decir que están dando demasiado dinero y las empresas están recuperando demasiado, pero no se molestan en criticar ni en medir el sistema a fondo aunque sí reconocen que algo no funciona. E inmediatamente después plantean excepciones porque si las empresas investigan enfermedades raras o pediátricas les devuelven ese tiempo de monopolio. Es un quiero y no puedo.  

Por otra parte, exigimos una propuesta de transparencia para que se conozcan los costes de fabricación y los de investigación para hacer las cuentas y pagar una remuneración justa y no abusiva. Además, se propone que la Unión Europea tenga capacidad de fabricación de medicamentos esenciales en momentos de crisis de salud pública mediante la Autoridad Europea de Respuesta ante Crisis de Salud Pública (HERA), un organismo recientemente creado.

También el Parlamento europeo, que va un poco más avanzado que la comisión, ha ido más allá en esta propuesta de legislación y es partidario  de crear una estructura europea de fabricación de medicamentos, un paso más en las reducciones del tiempo del monopolio. Lo importante es que haya debate político porque hay voces, que aunque no son mayoría, son importantes en esta defensa. Y sabemos que las industrias vendrán con propuestas contrarias y el resultado será muy descafeinado como ha ocurrido otras veces. 

Cuando alguien habla tan claro como usted desde hace tanto tiempo, ¿se paga con presiones?

Siempre hay presión, distintas maneras de presionar, de hacer el vacío, y de no dar cauce a estos debates en foros habituales del ámbito sanitario. Este modelo lleva es a que parte de ese dinero de la industria financie los procesos de debate, de formación, las revistas médicas, los congresos etc, y con el patrocinio se produce un vacío para que no lleguemos a estos debates. Ignoran el tema y a cambio generan información constantemente en otro sentido. 

Por ejemplo, en el último documento de Farmaindustria se le dice al Gobierno que acelere la autorización de los nuevos medicamentos para beneficio de los pacientes, y reduzca el tiempo que se tarda en aprobar la financiación pública. Sin embargo, pensamos que para lograrlo la industria debe reducir el precio al precio de coste. No es justo lo que le piden al Gobierno cuando la industria está pidiendo cien veces más de lo que cuesta, es un robo a la ciudadanía y un abuso de poder. 

Además, este discurso se traslada a las sociedades científicas profesionales, que son patrocinadas por las farmacéuticas, y defienden este acceso rápido sin cuestionar el precio del medicamento, algo que también ocurre con las asociaciones de pacientes, que en cierta medida son patrocinadas y piden que el medicamento llegue antes sin cuestionar el precio. A esa presión indirecta se suma el Ministerio porque tiene mucho más efecto el mensaje de la industria farmacéutica que el de nuestra asociación.

Han pasado cuatro años desde que se inició la pandemia de la Covid. ¿Qué perspectiva mantiene respecto al virus? ¿Lo hemos normalizado demasiado o no?

La OMS es la que siempre nos recuerda que no debemos bajar la guardia porque el virus sigue circulando y mutando a nuevas variantes y pide a los gobiernos que sigan haciendo el estudio y el seguimiento de pacientes en contacto con la Covid y comunique las observaciones. Lo que está claro es que, tal como está funcionando la sociedad vendrá una nueva pandemia y lo hará antes que después. El ritmo de aparición de nuevas pandemias va siendo menor y mi previsión es que en los próximos diez años probablemente aparezca otra nueva pandemia de este virus mutado o de otro virus de origen animal que tenga esos procesos de transformación de gérmenes del mundo animal que por la presión a los ecosistemas provoca ese contacto a las poblaciones humanas. 

Por tanto, los profesionales pensamos que no hay que estar asustados ni tener pánico, pero sí preparados con herramientas, como la HERA o la Covid Technology Access pool, creada por la OMS, que permite que los países puedan ceder tecnología y conocimiento y se distribuya a todo el mundo para la fabricación directa de medicamentos, test y vacunas.

Además, España es el primer país que puso una tecnología,  un test para la Covid y también puso una vacuna en este mecanismo que todavía es poco usado. Si se utilizara más nos permitiría una mejor respuesta. La pandemia de la Covid nos ha enseñado mucho, pero también sobre errores, por ejemplo, de distribución. Se creó la plataforma Covax, pero estaba muy dirigido por las empresas farmacéuticas y no cuestionaban el precio, el monopolio ni la patente, por lo tanto, no permitía una distribución universal, así que mientras aquí se había vacunado a un 70%, en los países de renta baja estaban en el 5%. Aun así, la UE sí hubo un mecanismo de distribución equitativo, hizo compra conjunta de las vacunas para todos los europeos y supuso un paso importante porque hace diez años era impensable que Alemania cediera a un reparto equitativo. Pero el fracaso enorme fue no ser capaces de hacer lo mismo para todo el planeta y se podía haber hecho como nos pedían India, Sudáfrica y otros países. Si aprendemos podremos hacerlo a la próxima a nivel global y soy optimista.

Se tardará más o menos, pero al final los gobiernos se convencerán de la necesaria suspensión de las patentes, sobre todo, sabiendo que una pandemia no tiene fronteras. Por mucho que los países intenten blindarse internamente, en una pandemia con la contagiosidad de la Covid y la letalidad de la gripe aviar no tendrían nada que hacer si no vamos todos juntos.

En los últimos meses se están produciendo en las farmacias desabastecimiento de medicamentos. ¿Hay motivos para preocuparse?

Es otro capítulo importantísimo que está sobre la mesa que tiene que ver con el tema de los monopolios. Al final, siempre vamos al mismo origen porque al permitir poner precios tan altos a los nuevos medicamentos los que eran similares y eficaces y con precios antiguos -que cubren el coste y el beneficio industrial, lo que sería normal para cualquier otro producto- desemboca en la pérdida de interés en la fabricación si a otro laboratorio le han dado autorización para fabricar un producto similar a un precio cien mil veces mayor. Mientras permitamos que haya precios abusivos para nuevos medicamentos vamos a animar a que se desabastezca el mercado. 

En los últimos tres años, los estudios de la Unión Europea dicen que el desabastecimiento ha aumentado en un 70%, va a más y ya lo estamos sufriendo con antibióticos, antidiabéticos, antihipertensivos, etc, algo que preocupa a las autoridades sanitarias. Pero desde la industria farmacéutica se intenta hacer ver que ha habido una ruptura en el suministro de principios activos desde la India o China o problemas en la fabricación en este sitio o en otro, cuando son solo razones para justificarse.

Por tanto, la Unión Europea está intentando tomar medidas para exigir a las empresas un estocaje mayor, planes de producción más seguros, suministro de principios activos garantizados. Hay quien sugiere también que haya una fabricación propia de medicamentos en la Unión Europea. Y a pesar del problema, las autoridades sanitarias siguen alimentando el monopolio con precios abusivos sin querer mirar que no está bien el modelo.

Distintos investigadores apuntan desde hace meses ,a raíz de las superbacterias, que no se ha investigado en antibióticos en los últimos treinta años y algunos se están quedando atrasados. 

Los antibióticos están pensados para curar, pero no tienen mucho retorno económico desde el punto de vista empresarial. Y la industria farmacéutica busca el producto que sea para cuidar y de larga duración y las investigaciones que suelen realizar van dirigidas a enfermedades crónicas de larga duración que permiten sacar  nuevos medicamentos con pequeñas modificaciones a un precio cien veces mayor. En esta estrategia no entran los antibióticos, aunque sí lo harían en una estructura de investigación y fabricación pública. 

En este caso, se está notando la falta de investigación y se están produciendo más resistencias antimicrobianas. En España se estima que mueren unas 4.000 personas al año, y en Europa cerca de 40.000, con una infección sin antibiótico eficaz. El problema va a más y no hay una respuesta de la industria, un tremendo error. La investigación se soporta en lo que le interesa comercialmente, no en las necesidades de salud de la población, pero si se pusiera en marcha la estructura europea del medicamento, uno de los objetivos más claros sería el de la resistencia microbiana y se podrían diseñar nuevos antibióticos eficaces en los próximos diez años.

Se dice desde hace mucho tiempo que la sociedad española está excesivamente medicalizada. ¿Lo ve así?

Es la otra cara de la misma moneda. Por un lado, la falta de acceso al medicamento o a precios tan caros que chupan la sangre del sistema sanitario quitan dinero para poder pagar profesionales, medios de diagnóstico y de tratamiento y aumentan las listas de espera. Por otra parte, al darle tanto dinero a las empresas, en España unos 10.000 millones de euros al año de exceso de beneficio, lo destinan a generar el exceso de prescripción y el sobreconsumo, de somníferos, psicotropos, ansiolíticos y antidepresivos que provoca que las personas que toman muchos medicamentos se multipliquen por diez y genera que España sea el primer país en consumo de estos medicamentos.

Se estima el sobreconsumo de medicamentos en un 30% y ahí cabe una estrategia individual de responsabilidad de cada uno, pero también el médico tiene que tener una actitud responsable, pero cuando no tiene tiempo y está saturado por la falta de personal tira de receta. Además, una vez al año tendría que revisar la medicación de los pacientes polimedicados. Y para colmo la industria también presiona con marketing, animando el prestigio de nuevos medicamentos y otras iniciativas que hacen difícil poner freno al consumo.

Sería utópico que algún día la investigación del cáncer se tomará con la misma intensidad que la covid? 

Se trata de una serie de enfermedades que causan una alta mortalidad en países desarrollados. Apoyar la investigación en este campo es fundamental y hay margen porque le estamos dando a la industria cuatro veces más de lo que gasta en investigación realmente. Por tanto, si optamos por otro modelo más equitativo tendríamos dinero y podríamos hacerlo.