Si un poema no se defiende solo, es mejor dejar de escribir. Se trata de una tan exigente como definitoria frase que circula muy a menudo entre los poetas, y que suscribe uno de los de mayor renombre actualmente en la capital de España, Juan Pedro Carrasco García. Hasta el punto de que este también profesor y director -junto al rodense Manuel Cortijo- de las Tertulias Literarias Eduardo Alonso que forman parte de la programación de la Asociación Cultural Albacete en Madrid, con la misma inició la brillante puesta de largo de su reciente poemario Canto natural, publicado por Vitruvio con el número 949 dentro de la prestigiosa colección Baños del Carmen en la que figuran Machado, Miguel Hernández, Neruda, Gloria Fuertes y un largo etcétera.
Como inicio del acto tomó la palabra Pablo Méndez, director de la editorial, quien tras una breve presentación de Carrasco, se congratuló de su vuelta a Vitruvio, «donde sus dos libros anteriores se agotaron, por lo que para más adelante me ronda en la cabeza la idea de publicar un tomo con los tres». Como es lógico, este Canto natural le había parecido con idéntica calidad o más que los anteriores, algo habitual en este autor tan cuidadoso antes de publicar. «Es menester destacar», añadió por último, «lo hondo y certero de su poesía llena de humanismo y filosofía». De similar guisa se pronunció uno de los artistas más polivalentes del panorama cultural, Eugenio Rivera -novelista, poeta, dramaturgo, crítico y dibujante, entre otros campos-, «un auténtico lujo digno de agradecimiento tenerlo aquí», había explicado momentos antes el autor de Canto natural. Según Rivera ya se sabe que en principio fue el verbo, «y nuestro autor protagonista de hoy utiliza a la perfección la dialéctica de la palabra, de la que es un fiel heraldo». El turno de Carrasco no podía comenzar de otra manera que dando las gracias a la catarata de loas que acaba de escuchar, que se lo habían puesto «muy difícil, casi imposible» para su intervención. Por lo que se limitó a un par de pinceladas sobre su nueva obra, que como figura en la misma, está dedicada al también vate castellano-manchego José Luis Morales, y en la que precisamente el poema Canto natural, no en balde situada en el centro del resto de poemas que componen la obra, «es el eje central».No faltó una cariñosa y emocionada mención al escritor albacetense recientemente fallecido Delfín Yeste, «que tanta categoría dio en sus múltiples apariciones a nuestras tertulias Eduardo Alonso», dijo Carrasco. Luego, ya centrándose de nuevo en la obra que se ponía de largo en este acto, sostuvo que después de sus precedentes creaciones El viento detenido y Puertas mal cerradas, que estaban configurados entorno al yo, al amor y a los sentimientos, quería salir de él y analizar el mundo y la vida. «Los sueños del hombre y aquellos obstáculos que le impedían realizarlos, observar el pasado y el presente y como había influido este pasado en el presente y qué pasará en el futuro». Tampoco ocultó que esta decisión no fue algo preconcebido previamente: «Todo fue desarrollándose conforme iban configurándose los versos, y finalmente lo titulé Canto natural, que me parecía lo más lógico». Tras lo cual se limitó a leer algunos de los poemas integrados en el libro sin que como es lógico faltara el que le da título, Todo ello con el colofón posterior antes de que lo firmara y dedicara a los que lo compraron. Una obra de este licenciado en Filología Hispánica, quien es un heterodoxo profesor de literatura que va mucho más allá de las clases, porque también está al frente de un taller de teatro para alumnos que se caracteriza porque les deja libertad para que escriban sus obras -que luego él corrige- a partir de las ideas que se les ocurran a los chavales. Unas obras que no caen en el olvido porque muchas de ellas las representan los mismos componentes del taller bajo su dirección, habiendo ganado el Premio del Certamen de Teatro Escolar de la Comunidad de Madrid.

Más información en la edición impresa y en la APP de La Tribuna de Albacete https://latribunadealbacete.promecal.es