El juego del dominó experimenta un salto cualitativo

Cristóbal Guzmán
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La ADA es la primera asociación local que reúne a decenas de jugadores de esta disciplina con interés por la competición

El Hotel Europa acogió recientemente el primer campeonato de la asociación. - Foto: Arturo Pérez

No sería exagerado afirmar que la tradición del dominó en España lo ha convertido en el juego nacional por excelencia o, al menos, lo coloca entre las actividades de ocio más extendidas en España. Se puede comprobar el afán con el que se emplean sus practicantes en bares, residencias de mayores, centros culturales, clubes sociales, fiestas populares o en los domicilios particulares. Cualquier lugar es apto para la práctica de esta actividad tan conocida como familiar entre los ciudadanos.

El dominista, que es como se les conoce, también recibe, conscientemente o no, los beneficios de esta práctica para su salud, en especial la mental, tan afectada en los tiempos que corren. En el dominó, para cuyo desarrollo la concentración es indispensable, se desarrolla la lógica sobre la base de la memoria, un provecho impagable para personas avanzadas, pero también para los jóvenes y otros que ya no lo son tanto.

El dominó es geográficamente transversal. Aunque en Canarias el grado de pasión por él es quizá el más alto del país, no hay comunidad en la que no sea un juego popular, como también resulta indiferente la edad, el sexo o la clase social.

Castilla-La Mancha, y Albacete en particular, no son excepciones en el gusto por este deporte, e incluso podría afirmarse, sin temor a equivocarse, que cuenta con excelentes jugadores cuyos méritos han trascendido los límites provinciales en la última década.

Los doministas albacetenses tropezaron desde el primer momento con un problema que les impedía avanzar. La práctica del juego era habitual, pero se habían decidido a dar un paso más para acceder a la competición más o menos regulada. En el ámbito local no existía federación o asociación alguna, lo que les condujo a federarse en la Comunidad Valenciana para obtener una licencia que les permitiera medir los fuerzas con practicantes de otras comunidades. Lo hicieron hace algo más de tres lustros y su fruto no resultó desde luego baladí, ya que tomaron parte en innumerables torneos nacionales e incluso consiguieron situarse entre los mejores jugadores de España, tanto por equipos como por parejas.

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