Cereal: cosecha bajo mínimos y máximo en importaciones

Vidal Maté
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Es la más baja de las últimas décadas por la sequía y, aunque los precios remontan tras meses de caídas después de un buen inicio de campaña, el mercado es una montaña rusa

Cereal: cosecha bajo mínimos y máximo en importaciones

A escasas semanas para el remate final de la recolección de los cereales de invierno en las zonas más altas de la mitad norte -especialmente en Castilla y León- se han confirmado las previsiones más negativas, con unas cifras de entre 10,2 y 10,8 millones     -dependiendo de quién haga la estimación-. Se trataría de la cosecha más baja de las últimas décadas. La cifra más corta se baraja desde los productores y la más elevada desde los comerciantes y los fabricantes de piensos. En cualquier caso, unos números muy alejados de los casi 18 millones de la campaña anterior, de los 24 millones del año 2021 y de los más de 27 millones de 2020, lo cual obligará a importaciones récord. Tras meses de precios a la baja, hay aires de cierta remontada ante las escasas cosechas en otros países de Europa, también a causa de la sequía y otros fenómenos climáticos.

Desde Cooperativas Agro-alimentarias, Antonio Catón, analista del sector, estima la actual cosecha de cereales de invierno en solo 7,6 millones de toneladas, a las que se sumarían otros 2,6 millones de toneladas de maíz para un resultado final de 10,2 millones que supone un 42% menos que la campaña anterior (17,7 millones). Entre los datos más destacables cabe señalar que el trigo blando cae a 3,1 millones de toneladas (una reducción de más de cinco millones) y la cebada baja de 6,6 a 3,7 millones, muy lejos de los 12 millones de 2020. En trigo duro se pasaría de unas 600.000 a solo 340.000 toneladas.

Para los comerciantes de cereales la cosecha estimada se sitúa en ocho millones de toneladas de cereales de invierno. Por cultivos, se cosecharían 3,2 millones de trigo blando, 363.000 de trigo duro, 3,8 de cebada, solo 307.000 de avena (frente a las más de 900.000 toneladas del pasado año), 120.000 toneladas de centeno (la mitad que el ejercicio pasado) y 255.000 de triticale (también un 50%).

Para los fabricantes de piensos la producción de cereales de invierno llegaría a los 10,7 millones de toneladas, entre los que destacan las 3,2 millones de toneladas de trigos (descenso del 41%) y solo 3,39 millones de cebada (con un recorte del 42%). El maíz se quedaría en 2,6 millones, lo que representa una caída del 32%.

España, con una muy importante cabaña ganadera en el marco de la Unión Europea, ha sido y se mantiene como un país tradicionalmente importador de materias primas para la alimentación animal. De hecho, está a la cabeza de los países comunitarios en producción de pienso, superando los 37 millones de toneladas. Además de unas importaciones medias por encima de los cuatro millones de toneladas de soja, en el caso de los cereales España tiene un consumo interno de unos 36 millones de toneladas, de las que 27 están destinadas a dar de comer a vacas, cerdos, pollos, gallinas y demás ganado. A esto se añaden otros 4,5 millones para alimentación humana y más de otro millón de toneladas para semillas.

Con esos datos en la mano, para esta campaña las necesidades de importación ascienden a unos 26 millones de toneladas, procedentes en gran parte del resto de Europa. Ucrania es especialmente importante en condiciones normales, pero también otros países como Francia en maíz, Alemania en avena, cebada y trigos, y también trigos desde Reino Unido o Canadá (de fuerza en este último caso).

Vaivenes impredecibles.

En lo que se refiere a los precios, analistas de los mercados como Infomarket o Cooperativas Agro-alimentarias coinciden en la dificultad para señalar el futuro en cuanto que las cotizaciones están montadas en una montaña rusa sometida a los vaivenes de los grandes grupos multinacionales o de las estrategias de algunos países, a lo que se suma la invasión de Ucrania y con ello el bloqueo a la salida de cereal impuesto por Moscú, que frena o paraliza unas exportaciones que llegaron a suponer unos 40 millones de toneladas. Datos manejados por Infomarket señalan en el último año salidas de 32,8 millones de toneladas desde Ucrania, de las que España ocupa el segundo destino con algo más de seis millones, tras los 7,8 millones comprados por China.

Los precios no se mantienen al margen de este escenario de inseguridad causado por razones políticas, al que se une un importante descenso de la producción comunitaria por los efectos de la sequía (se esperan unos 260 millones de toneladas cuando la media ronda los 280 o 290 millones). Después de las fuertes subidas registradas en los inicios de la campaña en otoño, los precios han atravesado un largo periodo de bajadas para situarse en cotizaciones medias de unos 230-240 euros para la cebada, 250-265 euros para el maíz o 260-270 euros para los trigos. En la actualidad, los datos de los mercados, señala Infomarket, apuntan a una remontada con interrogantes sobre el futuro. Desde Cooperativas Agro-alimentarias se aconseja a los cerealistas no sentarse en el montón de grano a la espera de subidas espectaculares. Se estima que un bloqueo de ventas en el mercado podría suponer problemas en el suministro para las cabañas ganaderas, lo que generaría un aumento de las importaciones y que los puertos se convirtieran en el centro de los mercados. La salida más coherente sería realizar ventas progresivas buscando rentabilidad con precios medios.

Si catastrófica ha sido la cosecha de cereales, no menos mala ha sido la producción de paja. En condiciones de una cosecha normal, la recolección de paja por hectárea se estima en unos mil kilos. Sin embargo, esta campaña la sequía se llevó por delante el grano en la mayor parte de las superficies de secano en la mitad sur de la península con miles de hectáreas que solo han servido para pasto del ganado. Las tierras de la mitad norte van a ser un año más la reserva de paja para las explotaciones ganaderas del resto del país, amén de probables importaciones desde los puntos más cercanos de otros países comunitarios.

La baja cosecha cerealista no afecta nada a las exportaciones españolas, que prácticamente son inexistentes por la propia estructura de la oferta de grano y demanda ganadera. Pero en el caso de la paja, España se había labrado unos mercados importantes, especialmente en los países árabes y también para algunos tipos de cabañas ganaderas como las ocas en Francia, aparte de otros miembros comunitarios e incluso Japón.

En conjunto, una cosecha cerealista marcada, además de por la sequía, por los elevados precios de los fertilizantes en los momento más importantes del abonado, a los que se suma la energía y los bajos precios soportados durante la mayor parte de la campaña, insuficientes para cubrir los costes de producción. Y el hecho de que se trate de una actividad en la que domina una estructura comercial con pocos operadores que marcan precios a un sector de minifundios, unido a que la Agencia de Información y Control Alimentarios siga de miranda, no mejora mucho la situación.