Doctor Ferrán, el inventor de la vacuna contra el cólera

Sánchez Robles
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Se aplicó por primera vez en Valencia y practicó más de 52.000 inoculaciones en la región levantina con un éxito muy importante por la salvación de vidas humanas

Vista de la calle Doctor Ferrán. - Foto: J.M. Esparcia

La epidemia de cólera tuvo un alcance mundial y especialmente la de 1885 hizo estragos entre la población de Albacete y provincia con una tasa de mortalidad altísima que en algunas zonas de la geografía albacetense alcanzó un porcentaje de muertes del 75 por ciento de los afectados. Los datos ponen también de relieve que la epidemia de 1885 comentada se llevó por delante a un total de 120.000 vidas en toda España, precisamente en el año en el que el doctor Robert Koch identificó el bacilo causante de la enfermedad y ese mismo año el doctor Jaime Ferrán y Clua, que había estudiado esta enfermedad en Marsella con algunos de los más prestigiosos especialistas de la época logró desarrollar una vacuna eficaz contra aquella terrible enfermedad que logró probar en Valencia con la sorpresa de que ni el gobierno ni una parte relativamente destacada de médicos no dieron el crédito que podía tener aquel importante hallazgo científico salvador de tantas vidas. Uno de ellos que se mostró en contra de sus planteamientos dejándolo de apoyar y en algunos casos denigrar fue Ramón y Cajal, aunque, por el contrario tuvo también partidarios de su descubrimiento tanto en España como en otros países europeos como Francia y Alemania, en los que figuras como Calmette y Ehrlich valoraron como muy positivo el procedimiento inmunitario del doctor Ferrán, que abrió el camino a otras vacunas bacterianas. En este sentido, este eminente doctor al frente del Instituto Municipal de Higiene de Barcelona realizó investigaciones sobre la inmunología del tifus abdominal y la difteria y propuso un método para la vacunación contra la rabia.

Siguiendo la pista de este personaje que tiene el nombre de una calle en Albacete por su aportación a la ciencia y especialmente a la Medicina, el viandante que transite por la calle valenciana de Pascual y Genis número 23 podrá ver una lápida de piedra que representa a Jaime Ferrán en el momento de inocular a una cobaya una dosis de vacuna contra el cólera. En esa lápida se observa en la parte izquierda el escudo de Valencia y una rama de laurel y debajo el siguiente texto: «Jaume Ferrán, insigne médico español, inventor de la vacuna contra el cólera, instaló en esta casa su laboratorio y aplicándola por primera vez en el mundo practicó más de 52.000 inoculaciones en esta región con éxito clamoroso. Los estudiantes de Medicina valencianos le dedican esta lápida bajo los auspicios de sus profesores de la Asamblea Médica y del Ayuntamiento de esta ciudad, Marzo 1918».

Una vez que conocemos la gran obra de este médico y bacteriólogo por su repercusión científica y sanitaria que hizo que Albacete lo reconocerá con una calle, es necesario conocer su procedencia y dilatada biografía desde que naciera el 1 de febrero de 1851 en la localidad tarraconense de Corbera de Ebro en el seno de una familia, cuyo padre era también el médico de aquel pueblecito, lo que fue una de las condiciones y causas por las que Jaume decidiera estudiar Medicina  en la Universidad de Barcelona que terminó en 1873, estableciéndose como médico titular en Tortosa. Fue premiado por la Academia de Medicina por su trabajo Memoria sobre el parasitismo bacteriano cuando trabajaba en la localidad tarraconense, desde donde fue comisionado para viajar a París para estudiar la epidemia de cólera que se había declarado en Marsella y Tolón, volviendo a España para seguir sus investigaciones que se plasmaron tras numerosas pruebas en animales en la consecución de la vacuna contra el cólera. Su pasión por la investigación la traspasó a otros ámbitos, pues realizó estudios sobre el microteléfono y la fotografía con las emulsiones de los negativos al mismo tiempo que sobre la bacteriología siguiendo muy de cerca las investigaciones de Pasteur en su pequeño y rudimentario laboratorio. Realizó también investigaciones sobre la vacuna de la tuberculosis, el tétanos, carbunco. A su muerte acaecida el 22 de noviembre en Barcelona, sus descubrimientos no tuvieron el reconocimiento que merecían, a pesar de que Alfonso XIII lo consideraba amigo personal y protector. La consideración en Albacete, que sufrió con notable virulencia la epidemia de cólera, a este doctor pionero en descubrimientos esenciales para la Humanidad, se plasmó en el nombre y denominación de una calle de la red albaceteña, mientras que en otras ciudades como Madrid se erigió en 1952 un monumento en la calle Princesa.