Un paso importante

M.H. (SPC)
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La propuesta legislativa de la CE abre la puerta a que la edición genética cobre protagonismo en el campo comunitario, aunque quedan aspectos que pulir y plazos que cumplir hasta que la norma llegue a ser una realidad, probablemente no antes de 2026

Un paso importante

Los ciudadanos de la Unión Europea estamos acostumbrados a disponer de alimentos sin sufrir, en general, carestías, más allá de momentos puntuales como los registrados durante la pandemia o a raíz de la guerra de Ucrania. Además son alimentos variados, de calidad e, incluso teniendo en cuenta la inflación de los últimos meses, con precios razonablemente asequibles. Pero la mayoría nunca se pregunta cómo es eso posible.

La respuesta es simple, en principio: disfrutamos de un sector primario que funciona, a pesar de los palos en las ruedas que se le ponen últimamente. Pero si nos ponemos a profundizar, el hecho de que funcione tan bien no es una casualidad, sino el fruto del trabajo de muchísimas empresas y personas en muy diferentes ámbitos; y también el resultado de una regulación comunitaria que, aunque no siempre favorece a los productores, está teóricamente enfocada a mantener la soberanía alimentaria.

La semana pasada se sembró la semilla -y nunca mejor dicho- de una nueva normativa que, a medio plazo, puede ampliar el abanico de oportunidades del sector primario de la UE: se trata de las esperadas propuestas sobre nuevas técnicas genómicas (NGTs) y sobre material vegetal de reproducción (PRM). Estas futuras regulaciones definirán el futuro del sector de las semillas y plantas en la Unión Europea y, por extensión, el de los agricultores y ganaderos; y, como consecuencia, tendrán un fuerte impacto en toda la cadena agroalimentaria.

Un paso importanteUn paso importante - Foto: Javier Pozo«Desde el sector obtentor recibimos con satisfacción estas propuestas, largamente esperadas, si bien hay aspectos que deben ser estudiados en profundidad o se hallan pendientes de desarrollos posteriores que pueden ser decisivos a la hora de poner en el mercado una variedad mejorada con el uso de estas herramientas», manifiesta Javier de Sebastián, presidente de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE).

Según explican desde ANOVE, el 5 de julio la Comisión presentó una propuesta legislativa respecto a ambos asuntos. Llega con más de seis meses de retraso respecto a lo que se preveía en un principio debido a los trámites previos (consultas públicas, informe de impacto…), pero no deja de ser un paso adelante. Sobre todo porque abre la puerta a la utilización en agricultura de variedades obtenidas mediante edición genética, una herramienta importante si se pretenden alcanzar los objetivos de la UE respecto a la reducción de fitosanitarios y fertilizantes en la agricultura.

De hecho, en ANOVE explican que, según un estudio  que pronto verá la luz, si se utiliza la edición genética sería más fácil acercarse al 60% de crecimiento que necesita la mejora vegetal para  disponer de cultivos con menos necesidad de químicos, más productivos y más resistentes a factores limitantes como la sequía. «Si nos dejan desplegar todo el potencial, se pueden alcanzar esos objetivos, pero si nos llevan al ralentí va a ser complicado», manifiestan desde la asociación en referencia a los plazos que faltan por cumplir y a los posibles cambios que pueda experimentar la propuesta hasta su redacción final.

Y es que esta propuesta ahora tiene que pasar, por un lado, por el Consejo de Ministros de Agricultura comunitarios. España se ha fijado este asunto como objetivo prioritario durante su presidencia de turno de la UE y la intención del ministro español, Luis Planas, es llegar a un acuerdo político antes de fin de año (habrá que ver qué ocurre tras las elecciones generales, pero aunque cambie el titular del departamento no parece que vaya a haber variaciones en ese sentido). Si no se consigue, sería Bélgica la encargada de culminar esta tarea ya en 2024 y antes de la elecciones al Parlamento Europeo en junio del año que viene.

Pero por otra parte ha de pasar el trámite del Parlamento Europeo. Ahí la cosa se complica más, ya que hay dos comisiones interesadas en el asunto (Medio Ambiente y Agricultura) que últimamente no están muy de acuerdo en los temas que atañen a ambas. En cualquier caso, no parece que la normativa pueda estar lista antes de 2026.

El planteamiento.

Hasta ahora, los organismos obtenidos mediante edición genética se asimilaban a los transgénicos, cuando son diferentes. Transgénico implica presencia de genes de otra especie dentro de la que se quiere modificar. La edición simplemente selecciona y potencia los genes que interesan de la especie en cuestión (mayor resistencia a la sequía, menor necesidad de fertilizantes…). Es decir, es un proceso realizado en laboratorio que acelera enormemente la selección clásica y disminuye sus costes sensiblemente. La reducción en los tiempos es muy importante para tratar de hacer frente a los problemas emergentes de la agricultura, pues no es lo mismo que los agricultores dispongan de semillas adaptadas en cuatro o cinco años que tardar diez o doce, como ocurre actualmente.

En la nueva propuesta, explican en ANOVE, la edición no queda realmente separada de los transgénicos, pero el texto incluye dos categorías que vienen a ser una suerte de excepciones. Los transgénicos no están vetados sobre el papel en la Unión Europea (de hecho, España lleva 25 años cultivando maíz transgénico), pero los trámites necesarios para poner este tipo de semillas en el mercado constituyen una prohibición implícita que hasta ahora también afectaba a la edición genética, pues se consideraban iguales.

Las dos categorías que se han propuesto establecen trámites más simples para facilitar la entrada de estas variedades en el mercado, lo cual supone un avance sustancial para llegar al objetivo de que estos cultivos estén disponibles para los productores. Hay que recordar que en la UE, más allá del maíz mencionado en España y Portugal, no se cultivan transgénicos, pero se importan miles de toneladas y, de hecho, nuestro ganado se alimenta básicamente de ellos.

Las dos categorías diferencian variedades teniendo en cuenta la intensidad de esa edición genética. La primera abarca las que han sufrido variaciones más simples y la segunda las que llevan en su genoma cambios más profundos. El problema, denuncian en ANOVE, es que los cambios permitidos en la primera categoría, la que será más fácilmente comercializable y en la que se incluyen plantas «similares a las convencionales», son demasiado restrictivos y no se ajustan a la diversidad genética de los diferentes cultivos.

«El genoma de un tomate no tiene nada que ver con el del trigo, que es mucho más complejo. Con los cambios que se permiten en la propuesta, el trigo ni se entera», lamentan los obtentores vegetales. Por eso van a presentar estudios que prueben que sería conveniente calibrar esos cambios permitidos dependiendo de la especie en cuestión, sin generalizar, de manera que esa primera categoría sea «lo más amplia posible». Aún quedan trámites que hacer y por eso tienen esperanza en que se incluyan los cambios que pretenden, pues sería la manera sacar todo su potencial a esta técnica de obtención, con los beneficios que acarrearía para el sector productor y para toda la sociedad.

Desde ANOVE también reclaman seguridad jurídica para las empresas que se dedican a crear nuevas variedades y para los agricultores que quieran usarlas. A día de hoy, si se diera la remotísima posibilidad de que se aprobara un organismo transgénico para su cultivo en la UE, cada estado miembro conserva la potestad para permitir que se emplee en su territorio. Es decir, la empresa puede sufrir una década de burocracia para conseguir esa autorización para luego encontrarse con que ningún país le permite comercializar su semilla. Según el texto propuesto, esto va cambiar y cuando las autoridades comunitarias aprueben una variedad los gobiernos nacionales no podrán vetarla.

En cualquier caso hay puntos inexplicables, como la prohibición de emplear estas variedades en ecológico. Antonio Villarroel, director general, considera que «la propuesta presenta algunas incoherencias, como la prohibición de utilizar plantas derivadas de NGTs en la agricultura ecológica, al privar a los productores que apuestan por este modelo de la libertad de elegir nuevas variedades más resistente a plagas y enfermedades, más resilientes a los cambios climáticos y con un mayor potencial productivo para hacer el cultivo sostenible económicamente».

Con respecto a la propuesta de la Comisión sobre la regulación del material de reproducción vegetal (PRM), ANOVE valora positivamente que se mantengan los tres pilares fundamentales de la legislación existente: la identidad varietal, el registro de variedades y la certificación del material vegetal de reproducción. Reconoce así el éxito del sistema que ha conseguido que Europa ocupe hoy la primera posición en la obtención de variedades y en la exportación de semillas en todo el mundo.

Esta propuesta llega en un momento crucial para el campo de la Unión Europea. Para producir más con menos recursos en un escenario de cambio climático, es necesaria una nueva revolución agrícola que permita intensificar de forma sostenible la agricultura y adaptar los cultivos a los nuevos escenarios climáticos. En estas circunstancias, la actividad del sector obtentor de nuevas variedades de semillas y plantas se configura como un factor esencial, pero el ritmo de innovación en mejora vegetal hasta el 2050 deberá acelerarse significativamente, lo que obliga a facilitar el acceso a todas las herramientas que la ciencia pone a nuestro alcance. En juego está que las compañías sigan investigando en la UE o que trasladen sus resultados a otros países con legislación más favorable.

 

Para muestra, un tomate.

La edición genética puede suponer un avance brutal para la agricultura europea y también para los consumidores, y prueba de ello son tres investigaciones que están en marcha en España utilizando las técnicas más modernas disponibles. Se trata de un trigo sin gluten, un tomate sin apenas reacción alérgica y un tabaco de uso medicinal.

El equipo liderado por Francisco Barro, del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Córdoba, ha logrado obtener una variedad de trigo sin gluten que puede facilitar la vida a los celíacos. Barro explica que han empleado la nueva edición genética para conseguirlo y añade que «a nivel científico necesitamos un espaldarazo de las instituciones porque ahora mismo estamos casi con las manos atadas. No me rentabiliza la carga administrativa que conlleva pedir los permisos para poder ensayar en campo», afirma el investigador, que destaca que en otros países como el Reino Unido basta una simple notificación.

El científico Antonio Granell, del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (Ibmcp), del CSIC y la Universidad Politécnica de Valencia, ha obtenido líneas de tomates hipoalergénicos mediante CRISPR (una técnica de edición genética), así como tomates con mejor sabor y contenido nutricional. «La ventaja de la edición genética es que puedes conservar el resto de las características de la variedad y modificar solo aquellas que te interesan. Eso tiene interés sobre todo para aquellas variedades de tomate con un valor en sí apreciado por el consumidor, como las tradicionales», explica.

Otro proyecto está sirviendo para mejorar el tabaco, de modo que la planta, en lugar de la nicotina, genera otros compuestos con valor añadido, como antiinflamatorios, lo cual permite un uso terapéutico o medicinal. Su coordinador, Diego Orzáez, señala que pretenden enriquecer la composición de las plantas con compuestos que tengan valor añadido desde el punto de vista industrial, farmacéutico o cosmético.