Sucedió tal día como hoy, pero del año 2003. A las 21,35 horas, salía de la Estación de Chinchilla de Montearagón la locomotora diesel  Virgen de Begoña, que remolcaba un convoy Talgo de pasajeros que iba camino de Cartagena con 86 pasajeros.

A la misma hora y por la misma vía, circulaba en dirección opuesta un tren de mercancías procedente de Murcia. Ambos convoyes chocaron a pocos kilómetros de la estación, no muy lejos del apeadero de Navajuelos.

El impacto fue tan brutal que varios vagones del tren de mercancías quedaron encima de las primeras unidades del tren de viajeros. Lo peor se lo llevó la zona de Preferente del Talgo y no sólo por la violencia del choque, sino por el virulento incendio que se declaró casi de inmediato.

En esa trampa mortal, se dejaron la vida 19 personas. De ellas, 14 eran viajeros y las otras cinco, personal de Renfe. Otras 39 personas resultaron heridas y 27 salieron más o menos ilesas.

Las labores de rescate de los cuerpos se prolongaron durante dos días. Con la ayuda de varias grúas, hubo que separar unos vagones de otros para permitir trabajar a los equipos forenses, ayudados por equipos de la Guardia Civil, Protección Civil y la Cruz Roja.

Con las labores de rescate todavía en marcha, desde Renfe se apuntaba la teoría del error humano. El foco se puso casi de inmediato en la persona del jefe de circulación de la Estación de Chinchilla que, tres años más tarde,  fue el único condenado en firme por la Justicia.

Después, llego el ruido. Que si la línea usaba un obsoleto sistema telefónico, que si ese año hubo 13 accidentes ferroviarios en España, que si las inversiones en el AVE habían dejado sin fondos a la red convencional...

Por su parte, desde el Gobierno central se hicieron numerosas promesas de inversión y modernización de la línea. La misma línea que, por cierto, hoy está cortada y fuera de servicio poco después de pasar Hellín.