Las calles de Elche de la Sierra estallaron de color

E.F.
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Los alfombristas elcheños se quitaron con creces la espina que tenían clavada por partida doble a causa de la pandemia, que les obligo a pasar por dos años en blanco

La procesión del Corpus por fin pudo pasar sobre las alfombras de serrín elaboradas la noche anterior. - Foto: José Miguel Esparcia

En Elche de la Sierra había ganas, muchas ganas acumuladas. Ganas de preparar el serrín, de hacer los diseños, de elaborar las plantillas, de pasar la noche en vela. Ganas de  hacer alfombras, de quitarse una espina enorme que tenían clavada por partida doble, la de dos años seguidos sin decorar las calles el día del Corpus, como manda la tradición desde 1964. 

Con lo que se vió ayer en las calles del casco viejo de la localidad serrana, está más claro que los elcheños se quitaron las ganas acumuladas con creces. Si todos los años, menos los del maldito virus,   el pueblo era una sinfonía de colores por estas fechas, lo de ayer fue una auténtica explosión nuclear, una reacción en cadena con todas las tonalidades y matices que ofrece el arco iris y algunos más que se inventaron los alfombristas.

Al mismo tiempo, se podría decir que la celebración de ayer tuvo un aire más familiar. Hubo participación institucional -el consejero de Fomento, el delegado de la Junta, la vicepresidenta de la Diputación- pero como el gran 'desembarco' de altos cargos se había producido un día antes con la inauguración del Museo de las Alfombras, el ambiente de ayer fue menos oficial y bastante más relajado.

Por lo demás, todo transcurrió dentro de los cauces habituales. A la noche en vela siguió una mañana luminosa y cálida, pero no asfixiante, de forma que hasta los cielos echaron una mano para que todo saliese bien. El viento, el gran enemigo de las alfombras, no se invitó a la fiesta.

Siguió el pasacalles de vecinos y visitantes por calles y plazas para ver y comentar los diseños que abarcaban casi todas las temásticas y estilos posibles, desde lo más sacro a lo profano, de lo más clásico y figurativo a la abstracción geométrica, pero siempre experimentando con toda la paleta del color.

Tras la finalización de la Misa, como manda la tradición, el Corpus Christi salió en procesión y los pies de las personas que seguían a la sagrada forma deshicieron en pocos minutos lo que, muy poco antes, tanto había costado hacer durante las lentas y agotadoras horas de la madrugada. Pero aún así se sentía alivio en el ambiente, porque al fin las alfombras habían vuelto a su lugar.