Editorial

Feijóo cumple su objetivo y pone a Sánchez frente al espejo

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Ayer no hubo reunión alguna entre el candidato a la Presidencia del Gobierno designado por el Rey Felipe VI, Alberto Núñez Feijóo, y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. En lo formal, sí. Es sabido. Tocaba cumplir el guion y los socialistas lo acataron con la intención, ya concretada tras la cumbre exprés oficiada con más recelo que ganas, de devaluar al presidenciable popular, que ganó con toda claridad las elecciones generales pero está lejos de Moncloa por el peso del nacionalismo en el arco parlamentario. Nada que pueda sorprender a Feijóo ni en el fondo ni en la forma. Sánchez se sabe presidente a cualquier precio y los socios que le van a sacar un interés inédito en la historia de España, también.

Para el PP, la reunión de ayer se produjo entre Feijóo y los españoles, sobre todo con aquellos que viven en posiciones políticas decididas pero sin el lastre de la militancia más cerril. El mensaje era claro: decir a toda España que los populares ofrecen un gobierno de dos años volcado en dar cumplimiento a seis pactos de Estado que tocan materias tan nucleares que resulta deplorable que no existan ya y sean llevados a buen puerto por más que arrecien los temporales periféricos.

La oferta viene a revelar parte nuclear del contenido de las conversaciones que el candidato mantendrá con el resto de fuerzas políticas, algunas de ellas reactivas a planteamientos que, en el verbo de los populares, vienen a garantizar la igualdad y el bienestar de todos los españoles. Esto es, a evitar que las distancias en la España asimétrica sigan agrandándose en detrimento de los territorios que, como Burgos o Castilla y León, no tienen una fuerza parlamentaria suficiente como para remover las necesidades del Ejecutivo de turno. Los partidos, y en eso no hay excepciones, envían a Madrid emisarios bien mandados que no tienen pudor alguno en votar la disciplina de partido por más que eso machaque el presente y el futuro de los ciudadanos a los que dicen representar. Cómo, si no, se puede explicar que haya diputados que priman la continuidad de un presidente a una España que no esté condenada a privilegiar a unos ciudadanos pauperizando a los demás.

Que nadie se lleve a engaño o se nuble con el relato de invernadero que Ferraz tenía preparado desde hace días le llegara la propuesta que le llegara a Sánchez. Feijóo sí cumplió ayer su objetivo al enviar un mensaje masivo a los españoles y plantear un país que no esté sometido a los caprichos y necesidades personales de grupúsculos políticos cuya única razón de ser y existir es dinamitar la España del consenso y la unidad, que en este caso es sinónimo de igualdad. La carrera es de fondo y ya ha empezado.