Confusión permanente en política exterior

Pilar Cernuda
-

La postura cambiante de Sánchez y Albares respecto a asuntos como Oriente Próximo o el Sáhara y las diferencias de criterio entre los propios miembros del Gobierno causan estupefacción entre algunos socios internacionales

Confusión permanente en política exterior - Foto: Europa Press

Regresa a Madrid la embajadora de Israel en España, Rodica Radian, llamada a consultas por su Gobierno en diciembre, tras unas declaraciones de Pedro Sánchez en las que decía que tenía «dudas de que Israel esté cumpliendo con el derecho internacional humanitario». Unas palabras impropias de un gobernante que mantiene relaciones bilaterales con el país al que denuncia, y que cualquier diplomático con la oposición recién aprobada habría solventado con métodos más inteligentes sin provocar una decisión tan grave.

Radian ha regresado porque el nuevo ministro de Exteriores hebreo ha querido así expresar su voluntad de poner sosiego a una situación que no convenía a nadie, y que ha sido responsabilidad exclusiva de un Sánchez que, junto al ministro José Manuel Albares, se ha movido por terrenos movedizos. Ante la estupefacción en algunos de los principales socios internacionales, sobre todo en la UE y EEUU.

El propio Josep Borrell, alto representante de la Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea, que fue ministro de Exteriores con Sánchez y es marido de la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, en más de una ocasión ha expresado su desacuerdo con decisiones del Ejecutivo divergentes al bloque comunitario; además, ha manifestado su preocupación por las diferencias de criterio en el Gobierno, donde han sido evidentes las posiciones distintas de los ministros de Podemos respecto al resto. Sobre todo, en asuntos relacionados con Oriente Próximo o la guerra de Ucrania, en la que Moncloa y Exteriores se alinearon con Zelenski, al que Sánchez ofreció personalmente su apoyo, mientras los morados, y ahora Sumar, defendían a Rusia.

Han sido varias las ocasiones en las que han causado sorpresa las iniciativas de Sánchez, obligado a mantener posiciones que deberían ser inamovibles en el PSOE y que forman parte de su ADN político, ya que no se han dado las circunstancias que justifiquen el cambio.

Convivencia personal

El caso más conocido fue el del Sáhara, que le arrancó Rabat en una de las visitas del presidente a ese país. Moncloa justificó la nueva posición diciendo que se potenciaba la colaboración marroquí en la lucha contra la inmigración ilegal y el terrorismo islamista. Pero ese trabajo conjunto funcionaba con eficacia antes de que Sánchez decidiera hacer suyas las reivindicaciones de Rabat.

También en Latinoamérica se ha visto un acercamiento del Ejecutivo con el Grupo de Puebla, que cuenta con gobernantes de izquierda y de extrema izquierda, que tienen como su principal miembro no latinoamericano al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero.

Sánchez, por otra parte, no acepta la política habitual en la diplomacia, que obliga a mantener contactos con mandatarios sean o no afines ideológicamente, porque las relaciones se establecen con los pueblos, no con quienes gobiernan. El líder del PSOE se mantiene al margen de esa forma de actuar y todavía no ha felicitado a Javier Milei aunque ha sido elegido legítimamente. No le interesa la importancia que tiene para España mantener buena conexión con Argentina.

La situación se ha tensionado por la reacción ante la guerra en Gaza. Además de las mencionadas declaraciones del socialista, las consecuencias han sido que Irán ha movido ficha y además de apoyar a Hamás, también ha llamado a Hizbulá para que desde el sur del Líbano hostigue más a Israel; y ha promovido que los hutíes, desde el Yemen, actúen en el Mar Rojo para paralizar el tráfico de buques. Estados Unidos ha impulsado una alianza naval para desarticular el bloqueo y en la primera de las reuniones de la UE, España se sumó al llamamiento americano. Al día siguiente de anunciar su posición, el propio Sánchez anuló su participación, lo que produjo desconcierto en Bruselas. Tampoco están Francia ni Alemania, pero nunca se unieron a ella, como había hecho España. Hasta el propio Borrell confesó su incomodidad. El Alto Comisario ha tenido que intervenir en varias ocasiones para recordar al Gobierno que la política exterior europea compromete a todos los miembros.

No era el caso respecto al Mar Rojo, pero sí respecto a Israel. Borrell, está volcado en buscar una solución diplomática entre los países de Oriente Próximo, que podrían estar implicados en una ampliación de la guerra al Líbano, Siria, Irán e Irak. España, por su posición cambiante, y por las diferencias de criterio en el Ejecutivo, lleva a que el papel de nuestro país en política internacional sea decreciente. Poco fiable.

Albares, por otra parte, no es un ministro que aporte serenidad a la política exterior. Los profesionales no ocultan su desesperación por su sectarismo, los nombramientos de políticos socialistas sin ninguna experiencia para ocupar embajadas en las que se necesita una profesionalidad de la que carecen mientras se aparta a otros de gran trayectoria tanto del PSOE como del PP. Nunca se había visto tanto desconcierto en la sede del Ministerio.

La pareja del ministro 

Con un asunto personal que trae cola desde hace años y que se ha resuelto de la peor manera. La pareja de Albares era, hasta hace pocos meses, la vicepresidenta en España de Huawei, la tecnológica de la información 

y comunicación más importante del mundo. Presume de ser una empresa privada pero es vox populi que se trata de una compañía controlada por Pekín, hasta el punto de que EEUU y la UE, a pesar de su relevancia tecnológica, le han puesto veto en el desarrollo del 5-G por considerar que era un peligro apostar por una tecnología que permitiría al gigante asiático conocer información delicada, incluso secreta.

La incomodidad por el trabajo de la compañera de Albares había provocado comentarios dentro y fuera de España, por temor a que a través de ella pudieran llegar determinados datos a las autoridades chinas. Cuando esa situación llegó a varios medios de comunicación, que la publicaron, finalmente la pareja del ministro, no se sabe si por propia decisión o por la de Sánchez, renunció a su alto cargo en Huawei la pasada primavera.

Que no cunda el pánico: ha sido nombrada hace unos días consejera de Hispasat, con un importante sueldo asegurado en la empresa que preside el exministro y astronauta Pedro Duque. Se comprende que Sánchez cuente con la rendición incondicional de sus colaboradores.