La ley antitabaco origina una sanción cada cinco días

MAITE MARTÍNEZ BLANCO
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Los exfumadores superan por primera vez a los adictos a la nicotina diaria en la comunidad;aún así todavía un 23% de la población fuma todos los días

Solo cinco años han pasado desde que se prohibiera fumar en establecimientos públicos. Tan solo hace 1.841 días que la conocida como ley antitabaco expulsó el pitillo de los bares, los restaurantes y hasta de los parques infantiles. Aquel gran debate social que se suscitó entonces hoy está enterrado, y casi olvidado.

Es más, aunque admiten que no es fácil medirlo, los expertos estiman en un 95% el grado de cumplimiento de esta ley que cayó como un jarro de agua fría sobre la hostelería castigada ya por la crisis. «Socialmente la tolerancia al tabaco ha bajado y la ley ha conseguido que ahora lo raro sea ver a alguien fumar en un bar», destaca el jefe de Salud Pública de Sanidad, Raúl Sánchez, para quien todo aquello que se haga por eliminar la nicotina es «de las medidas más útiles que se pueden tomar para favorecer la salud de la población».

más en los pueblos. «Donde más incumplimientos hay es en el las zonas rurales», acepta el jefe de Salud Pública, quien no obstante advierte de que los controles siguen ahí, y no solo por parte de los inspectores de Sanidad, sino sobre todo por los Policías Locales y por la Guardia Civil, «que se sepa que hay controles nocturnos, nos llegan partes abiertos por patrullas de la Guardia Civil de madrugada y terminan en sanción», recalca.

Los particulares también denuncian los incumplimientos de los que son testigos, de hecho en estos cinco años se han recibido 154 quejas ciudadanas por violaciones de la norma. En total, en este periodo se han abierto 715 expedientes; casi 300 están aún por resolver y del resto la mayoría han terminado en sanción, aunque también ha habido 57 archivos y seis apercibimientos.

La hostelería es, como era de esperar, el sector donde más multas se han impuesto en estos cinco años de coto al tabaco (un 94%). La mayoría de las multas se las han llevado los fumadores, si bien las que se imponen a los dueños de los locales son mucho más cuantiosas.

En concreto, en este lustro de vigencia de la ley se han impuesto 358 sanciones, a razón de una cada cinco días. Más del 70% las han tenido que pagar fumadores que han sido pillados con el pitillo en la boca en lugares donde no estaba permitido fumar, casi siempre en bares, restaurantes, salas de fiesta u hoteles, es decir, en establecimientos hosteleros. Fumar donde no se puede se castiga con poco más de 31 euros.

multas más onerosas. Cuando la sanción recae en el dueño del local, la multa es bastante más onerosa: 840 euros de media. En estos cinco años se han impuesto 103 multas graves: 98 a hosteleros y las cinco restantes han recaído sobre un centro de ocio, un estanco y otros espacios públicos. No ha sido multado, eso sí, ningún centro sanitario ni docente en todo este tiempo.

Que la aceptación de la prohibición de fumar es alta lo denota la prontitud con la que se empezó a cumplir la ley. «Incluso los hosteleros reconocen que no ha perjudicado tanto al sector», aseguran en Sanidad. Su portavoz no está tan de acuerdo. «Se está mejor en los locales, pero se está con menos clientes», se queja Juan Sánchez, presidente de la Asociación de Hostelería de Albacete, quien no obstante admite que tras cinco años la situación se ha normalizado bastante.

El malestar de los hosteleros con la prohibición del 2011 se agravó porque muchos venían de hacer importantes inversiones obligados por la ley del 2005 que imponía la creación de espacios sin humos.

De la noche a la mañana los dueños de locales se encontraron con que las mamparas y extractores de humos que habían colocado no les valían para nada. «Yo me gasté 50.000 euros en separar mi restaurante, uno para fumadores y otro para no fumadores, y lo peor no solo ha sido tirar ese dinero a la basura, sino que ahora me ha quedado un local desestructurado que me supone un perjuicio económico porque no puedo acoger en un solo espacio a grupos numerosos», relata Sánchez, «ese es mi caso, pero no es único», denuncia.

  Frente al perjuicio económico de sectores como el hostelero, están los beneficios para la salud. «Si a alguien ha beneficiado esta ley ha sido a los fumadores pasivos», sentencia la directora provincial de Sanidad, Blanca Hernández, personas que sin llegar a coger un cigarro se tenían que tragar los malos humos de los demás.

Los primeros resultados disponibles señalan que la exposición al humo de tabaco en locales de hostelería ha bajado drásticamente: las concentraciones de nicotina y de partículas finas (PM 2,5), han disminuido en más del 90%.

menos infartos y asma. «Aún es pronto, pero todos los sanitarios estamos seguros de que mejorará la salud pública», sentencia Sánchez, que apunta ya algunos de los primeros beneficios apreciados y que podrían tener correlación con esta prohibición. Los ingresos por asma infantil, por ejemplo, han disminuido en un 15% y las hospitalizaciones por infarto un 11%.

Lo que sí se sabe es que hoy hay menos fumadores, aunque el tabaquismo sigue siendo la primera causa evitable de muerte en España.

Si nos atenemos a los datos de la Encuesta Europea de Salud, en Castilla-La Mancha la población que se declara fumadora a diario ha bajado en más de un 5% en seis años: si en 2009 casi un 29% de los castellano-manchegos eran fumadores diarias, en 2014 ese porcentaje había descendido a poco más de un 23%. Lejos estamos de aquel 32% fumadores que teníamos en el año 1993.

Lo que sí preocupa es lo pronto que empezamos a fumar, «tenemos la edad de inicio en el tabaquismo más temprana de Europa, eso es algo en lo que tenemos que trabajar», recalca el jefe de Salud Pública. ¿Qué se puede hacer? Empezar por casa, «si en los lugares de ocio ya no se puede fumar, lo aconsejable es que tampoco se haga en casa ni por supuesto en el coche, sobre todo si hay niños», recalca una y otra vez Llanos Fuentes, la médico que atiende la Unidad de Tabaquismo de Sanidad, «la corriente secundaria del cigarrillo que se crea en un habitáculo cerrado como es el de un coche tiene una concentración mucho más perjudicial de sustancias dañinas que el humo que aspira el fumador».

Las terrazas no son (solo) para el verano

Sin terraza, no hay negocio. Al menos con los clientes que fuman. Eso explica que el número de veladores al aire libre haya crecido como setas: si en 2010 había en la ciudad 411 terrazas, el año pasado fueron autorizadas 567, una buena parte de ellas (245) para todo el año, incluido el invierno.   Este crecimiento del 38% se explica por el esfuerzo realizado por los hosteleros para retener a los clientes adictos a la nicotina.

No hay cifras, pero los hosteleros aseguran que la ley antitabaco les ha acarreado daños económicos. Dicen que hacen menos caja porque hay clientes que prefieren quedarse en casa si en el restaurante no pueden fumar, «son los casos más extremos, pero los hay», asegura Juan Sánchez, presidente de la Asociación Provincial de Hostelería.

A eso se suma el sobrecoste que supone mantener una terraza para poder mantener a los clientes que no saben echarse el café sin recibir su ‘chute’ de nicotina o aquellos que al terminar de comer o cenar les gusta hacer sobremesa tomando una copa acompañada de un cigarrillo. Y todo esto en mitad de una crisis que como al resto de sectores también ha golpeado al de la hostelería.

Aunque los hosteleros admiten que la tasa que se paga al Ayuntamiento de Albacete por ocupación de la vía pública no es excesiva, es un gasto que antes no tenían y que ahora tienen que afrontar. A la tasa se suma el salario de tener un camarero para atender la terraza que quizás dentro no sería necesario y la inversión de la infraestructura.

«Un toldo, nada sofisticado, te sale por unos 5.000 euros para cinco metros de terraza», apunta el  hostelero, que advierte de un daño colateral suscitado por la prohibición de fumar dentro de los locales, «la gente se sale a la calle y a las terrazas, lo que ha traído consigo un aumento en las quejas del vecindario por el ruido».

A raíz de la prohibición surgieron mil y un tipos de terrazas, auténticos invernaderos para proteger a los fumadores del frío, encerrados en locales de plástico calentados por mantas o estufas de diverso modelo. Desde Sanidad recuerdan que para que se pueda fumar en una terraza o bien no debe tener techo o si lo tiene debe tener dos laterales abiertos, de lo contrario hay sanción.