El Patronato de la Fundación de la Semana de Música Religiosa de Cuenca designó a Daniel Broncano nuevo director artístico del ciclo conquense, cargo en el que sucede a Cristóbal Soler. El hermano del popular presentador de televisión es también director del ciclo Música en Segura y fue premio de Innovación en Cultura de la Fundación Contemporánea. Como gestor apuesta por combinar la excelencia artística con una programación innovadora y por extender la pasión por la música clásica a todas las capas de la sociedad. Tras cancelarse las ediciones de 2020 y 2021, la SMR vuelve a situarse como referencia absoluta en el panorama nacional, no en vano es el cuarto Festival de Música más antiguo de España, pues nació en 1962.
¿Cómo afronta un reto de tales características?
Pues con mucha responsabilidad, porque no sólo es una referencia dentro de España, sino también en el extranjero como festival de música sacra y espiritual, sin duda eso es algo que debe guiar la dirección artística del ciclo y debe encaminarse a conseguir que la gente no sólo hable en pasado de la SMR después de dos años de parón, sino que hablen en presente y en futuro, es decir que exista cierta percepción de que la gloria pasada debe reconstituirse en un festival del siglo XXI.
¿Intentará buscar un equilibrio entre la excelencia y una programación con novedades de interés?
Es una de las claves del proyecto que presenté y va muy encaminado a mantener la audiencia que ha habido hasta ahora en la Semana y a añadir otros sectores, abriéndose a un público más joven, con el fin de ampliar el espectro musical de lo que se entiende por música religiosa, mística o espiritual, ampliando la variedad de formatos y de conciertos, ese es el equilibrio que creo debemos buscar.
En ese sentido, ¿habría que quitar ese sello de elitismo con el que, en ocasiones, se identifican ciclos como éste?
Claro, es algo que ocurre a veces por la forma en que se maneja la comunicación, la cuestión es tratar de conseguir conectar y comunicar la universalidad de lo que se hace. Soy consciente de que hay cierta percepción en la ciudad acerca de que la SMR ha ido convirtiéndose en un festival finolis y eso es algo que debemos combatir, consiguiendo ser útiles a toda la ciudadanía, de hecho el año que viene haremos un montón de actividades en una Cuaresma Musical con conciertos previos en lugares diferentes, porque un evento que se financia sobre todo con dinero público debe ser útil y llegar a cuantas más personas sea posible.
¿Podría adelantarnos algo más acerca de esa nueva programación paralela?
La programación definitiva se presentará en enero y estamos trabajando para armar actividades previas a la Semana con conciertos para escolares, en residencias de mayores o en barrios desfavorecidos, cubriendo además más puntos de la provincia. Ahora estamos preparando eel Ciclo de Adviento, otro punto novedoso, que incluirá cuatro conciertos a celebrar entre los días 3 al 7 de diciembre, lo que permitirá volver a reencontrarnos con el público. Es una iniciativa que esperamos pueda perpetuarse de cara al futuro y suponga una nueva ventana en un momento importante del año litúrgico, como son las fechas previas a Navidad.
¿Qué ensembles o músicos del panorama nacional e internacional le gustaría que pasarán por el Festival?
Bien, la SMR es muy especial por la combinación del marco singular que es Cuenca, su Semana Santa, también única en el mundo y esos conciertos de primerísimo nivel, una combinación que de por sí ya es caballo ganador, personalmente, intento pensar en grupos y solistas que puedan venir, porque no se trata de soñar, sino de hacer. Mi sueño realmente es conseguir hacer un festival exitoso, el mejor que podamos y a la altura de lo que la gente espera, porque se notan esas expectativas de que la cita vuelva por sus fueros.
Combina esta responsabilidad con la dirección del Festival Música en Segura o la Semana de Música Antigua de Álava, ¿cómo logra combinar tanto trabajo como gestor?
Efectivamente, mi trabajo como gestor cultural está dividido en esos festivales que mencionas, además de la SMR dirijo el de Segura de la Sierra, que también se ha convertido en una referencia nacional y la Semana de Música de Álava, patrocinada por la Diputación Foral; de momento mi contrato con la Semana de Música Religiosa de Cuenca es por un año y a partir de ahí no sé qué decidirá la Fundación.
Concretamente la cita de Segura de la Sierra (Jaén) tendrá unas connotaciones especiales para usted, ¿no es así?
Claro, porque para mí es una especie de bebé, fue todo un empeño personal y un proyecto que comencé junto a mi mujer, Felicity Smith, que falleció antes de ver realizada la primera edición, por eso tiene una fuerte carga emocional para mí. Debo reconocer además que este Festival me ha ido creando como gestor cultural, la experiencia que atesorada en este campo me viene de ahí y cada proyecto en el que me he ido involucrando tiene sus singularidades, porque lo que funciona en un sitio no tiene necesariamente que hacerlo en otro, deben buscarse las claves de las necesidades a abordar, siempre despertando la sensación de emoción en el público. Música en Segura también fue evolucionando y de ser un festival en mayo tiene ahora varios momentos repartidos a lo largo del año, concretamente el ciclo de otoño tendrá lugar a finales de noviembre. Sinceramente, nunca imaginé que aquella pequeña locura personal fuera a evolucionar de esta manera y se convirtiera en referente para tantísimos músicos y público.
Como en su caso, ¿la música puede ser una tabla de salvación a la que aferrarse para continuar?
Totalmente, la música es el hilo conductor de mi vida, lo primero como intérprete y después como organizador de conciertos, porque cuando no estaba encima del escenario, he estado al lado, encima o debajo del mismo, haciendo que la música fluyera. Hay una parte de la música que para mí es en sí espiritual y la clave de la SMR es precisamente eso, aproximarse a la música como hecho transcendental en el espíritu humano. Creo que la primera vez que un ser humano murió fue enterrado por un ser querido, la segunda vez imagino que le cantarían algo y la tercera vez seguro que ese canto se acompañaría de algún instrumento... hay algo en la música que está ligado al propio espíritu del ser humano y es necesario que haya un festival que vaya directamente a ese hecho transcendental de la música.
En su caso creo que además ese idilio con la música se despertó siendo casi un niño...
Sí, tuve una especie de síndrome de Stendhal, recuerdo que fue todo un shock escuchar a la Orquesta Sinfónica de Galicia en Santiago cuanto tenía apenas ocho años, aquello me causó un gran impacto y a partir de ahí empecé a centrarme más en la música y a iniciarme en los instrumentos. Debo confesar que, incluso después de tanto tiempo, en algunos momentos vuelve a sacudirme esa emoción increíble de no creerme lo que estoy escuchando, de contemplar la combinación de emociones que se produce cuando tocan los músicos en directo, porque cuando una buena actuación conecta y transforma al público se produce un hecho catártico.
Como clarinetista, tras formarse en su Orcera natal y proseguir estudios en el Conservatorio Superior de Música de Madrid y en el Royal College of Music de Londres colaboró con muchas orquestas y directores, ¿será complicado combinar esa faceta con la gestión cultural?
Es algo que ya no mantengo porque me dedico casi exclusivamente al segundo apartado, entiendo que es cómo más puedo aportar al sector musical, aunque ahora tengo una gira de conciertos con un grupo de música contemporánea inglés,el Coling Currie Group, posiblemente será una de las últimas veces en que me embarque en algo así.
En esa labor gestora la promoción es básica, ¿puede ayudarle en esas tareas un hermano tan mediático como es David?
Podría pensarse así en caso de darse las circunstancias apropiadas, algunas veces hemos colaborado en desarrollar alguna acción y con la SMR lo intentaremos, porque todas las cosas que hace mi hermano tienen muchísima repercusión y debe ser algo que realmente pueda cuadrar.
El sector cultural sufrió mucho durante los primeros meses de la pandemia y evidenció una falta de apoyo por parte de las administraciones, ¿qué opina al respecto?
Por supuesto que hubo un momento, sobre todo hacia el mes de abril del año pasado, donde de forma explícita se dejó a la cultura como algo secundario e incluso terciario, afortunadamente, gracias a la unión del sector, el Ministerio cambió su postura y parece ser que para 2022 tendrá mucho más presupuesto en ese capítulo. Con una gestión pública adecuada incluso puede lograrse que haya más conciencia de la importancia del hecho cultural para el bienestar de la gente, esperemos que pasemos de casi denostar la cultura a apreciarla en su debida importancia y a apostar decididamente por ella.