La situación del Albacete es un déjà vu constante, porque todas las semanas se oye el mismo discurso pero la situación no cambia. Más allá de que el equipo haya mejorado su juego, la realidad es que no le ha servido para nada, pues las jornadas pasan y el equipo de Alejandro Menéndez sigue en el fondo de la clasificación, cada vez con menos jornadas por disputarse. Sumar cinco de los últimos 24 puntos tienen al equipo al límite, sin margen para los errores que se ven una y otra vez cada jornada. Ya sea por la falta de puntería de sus delanteros y las facilidades que encuentran los rivales para perforar su portería, lo cierto es que el Alba anda sumido en una espiral negativa a la que no se encuentra final.
Por enésima vez el equipo está obligado a ganar. No le vale otra cosas que no sean los tres puntos. Sus compañeros de viaje están apretando los dientes y pronto puede verse descolgado definitivamente. Y ganar no es fácil, sobre todo este domingo que visita el Carlos Belmonte el líder RCD Espanyol, que en dura pugna con el Mallorca  está goleando a sus rivales en las últimas jornadas.
El Alba tiene argumentos, se vio en Girona, pero también demostró tenerlos tan justos que no le llegan para ganar. Los que juegan siempre se notan cansados y los recambios no ofrecen garantías, toda una complicación para Menéndez, que debe optar por seguir insistiendo con los mismos a pesar del evidente cansancio o realizar cambios que no ofrecen garantías, como queda demostrando en el tramo final de los partidos, cuando se mueve el banquillo y el equipo cae como un castillo de naipes.

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