El mayor enemigo de Biden

M.R.Y. (SPC)
-

Los continuos despistes del presidente ponen en duda su idoneidad para que busque la reelección o incluso pueda seguir en el cargo

El mayor enemigo de Biden - Foto: KEVIN LAMARQUE

Dicen que muchas veces no hay peor enemigo que uno mismo. Y, aunque todo indica a que Donald Trump será el principal adversario de Joe Biden en las presidenciales de EEUU que se celebrarán el próximo 5 de noviembre -siempre y cuando los dos logren la nominación de sus respectivos partidos, algo que se da por hecho, y la Justicia no tumbe las aspiraciones de Trump-, realmente es el propio Biden la gran traba que se puede encontrar el mandatario en sus aspiraciones por conseguir la reelección.

Su avanzada edad -tiene 81 años- ha sido motivo de debate entre los estadounidenses, que no tienen claro si un «anciano» debe gobernar el país -acabaría la legislatura con 85-, pero esa cuestión también se pone sobre la mesa con Trump, de 77 años. Lo único, que a diferencia del republicano, Biden demuestra tener más achaques propios de su edad, con continuos despistes -tanto físicos como mentales- que ponen en duda su capacidad para mantenerse al frente de la Casa Blanca.

La gota que parece haber colmado el vaso ha sido el reciente informe publicado por el fiscal especial Robert Hur la semana pasada en el que exoneró al mandatario por la retención de documentos clasificados durante su etapa como vicepresidente; una buena noticia de no ser porque la justificación a ese fallo fue la «memoria significativamente limitada» en los interrogatorios a los que fue sometido. Según Hur, esa «frágil y mala memoria» de «un anciano con buenas intenciones» ha empeorado en 2023 en comparación con grabaciones que se tenían de 2017.

Como ejemplo, según el fiscal, Biden no recordaba las fechas en las que ejerció como vicepresidente ni «cuándo murió su hijo Beau», fallecido de cáncer en 2015.

Precisamente esa muerte fue uno de los primeros deslices que protagonizó, cuando, tras comenzar la invasión rusa sobre Ucrania, aseguró que Beau había fallecido en la guerra de Irak. 

Sonados han sido sus tropiezos -al subir las escaleras del Air Force One o al caerse de una bicicleta parada-, como también sus despistes -en varios actos se ha mostrado desorientado sin saber hacia dónde moverse y ha tenido problemas para ponerse una chaqueta- o, incluso, el hecho de quedarse dormido en alguna cumbre -lo que le hizo ganarse el mote de Sleepy Joe (Joe el dormilón) por parte de un Trump que también se ha burlado del tartamudeo que ha sufrido durante toda su vida y que parece haberse intensificado en los últimos tiempos-. Pero sus lapsus de memoria se reflejan en frases. Como cuando el pasado septiembre preguntó en un acto por una congresista que había muerto en agosto; o en diciembre, cuando aseguró que su padre «sobrevivió al ataque de Hamás»; más allá de confundir la guerra de Ucrania con la de Irak o referirse a Suecia para hablar de Suiza.

El problema es que en estas últimas semanas esos deslices se están intensificando y, por ejemplo, solo en este mes ha protagonizado cinco confusiones. Una, cuando al referirse a una reunión con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, en 2020, habló de «Mitterrand -muerto en 1996- de Alemania». Dos errores en uno. Otra, cuando al comentar una cumbre de 2021 aseguró que habló con el canciller Helmut Kohl -fallecido en 2017- en lugar de con Angela Merkel. Y, por último, tras la publicación del informe de Hur, y después de defenderse y censurar que el fiscal le preguntase por la muerte de su hijo -«¿cómo demonios se atreve a plantear eso?», criticó- volvió a tropezar al referirse al «presidente Al Sisi de México», cuando en realidad es de Egipto.

A por la inhabilitación

Ante esta situación, los republicanos no han dudado en sacar sus armas y varios legisladores han urgido a los miembros del Gabinete del presidente a que invoquen la enmienda 25 de la Constitución para inhabilitarle del cargo. Un artículo que contempla que integrantes del Ejecutivo puedan apartar a su jefe de sus funciones en caso de que le consideren incapaz de desempeñar los poderes y deberes del puesto.

No se espera que se vaya a mover esa ficha, pero lo que es indiscutible es que, en plena precampaña electoral, esta situación hace mucho daño a un Biden que, ya de por sí, apuntaba a una derrota en las urnas en la cita de noviembre. Los sondeos son claros al respecto y los últimos, publicados hace apenas unos días, apuntan a que Trump conseguiría un 41 por ciento de los votos, frente al 37 por ciento del demócrata. Eso sí, la encuesta también desveló que más de la mitad de los estadounidenses -un 59 por ciento- cree que ambos son demasiado mayores como para volver a competir por la casa Blanca. En los casos individuales, el porcentaje se eleva hasta el 86 por ciento de quienes ven un problema en la edad del presidente como para que busque la reelección, mientras que con Trump es un 62 por ciento los que piensan que el magnate no debería desempeñar el cargo.

Consciente de que su veteranía era un hándicap para él, durante la campaña de 2020, el demócrata prometió que sería una figura de transición, un «puente» hacia una nueva generación. Todo apuntaba a Kamala Harris, su vicepresidenta, pero al llegar a la Casa Blanca pareció cambiar de idea. Ahora, tal vez tenga que volver a retomarla y puede que Harris sea la solución a un problema que se enquista para un Biden contra las cuerdas.