Cultivar, investigar

I.M.
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El azafrán, uno de los referentes de la agricultura albacetense, es un cultivo rentable, con un precio en la Lonja hoy en día de 2.500 euros el kilo y con una buena comercialización, pero también requiere de mucha mano de obra y especializada

Una de las investigaciones del ITAP se centran en los cormos, pero tiene otras muchas más líneas abiertas. - Foto: Rubén Serrallé

Cultivar azafrán es una tradición que ha pasado de padres a hijos, lo mismo que ser roseros, y un ejemplo de ello lo tenemos en Belén Gómez García, quien tiene el cultivo de la rosa del azafrán como una afición para ella y para su marido, pero también, «como ha pasado siempre», como una ayuda para la economía de la casa. Al igual que pasa con otras familias de la pedanía de Santa Ana, la superficie que tiene dedicada a este cultivo es más bien pequeña, unos 1.000 metros para la plantación de flores. 

Según le ha contado su madre, fue su bisabuelo, en su aldea, en la de Sahúco, en las paradas de piedra, en las planicies que había, el que sembraba el azafrán y el «que se vino hasta aquí, hasta Santa Ana y compró una tierra que pagó, no con dinero que no había, sino con las 12 libras de azafrán que habían juntado en años, por ello que también se le conociese como el oro rojo, al servir como moneda», explica.

Del azafrán se ha dicho que es un cultivo rentable, que cada vez son más los jóvenes agricultores que se están interesando por estas rosas, que es un cultivo totalmente manual desde su plantación hasta su recogida y monda, que requiere de mucha mano de obra, que su semilla, el cormo, es caro, que es muy laborioso y que su flor es caprichosa, «pues al igual que hay años en los que uno puede estar todo un mes recogiendo rosas del azafrán, hay otros en los que en una quincena lo puedes hacer todo, todo depende, como se decía antes, de las lunas», comenta Belén Gómez, quien también es miembro de la Denominación de Origen Protegida Azafrán de La Mancha.

De cinco onzas de «pelitos húmedos», señala, sale una de tostado. Cada onza, no sólo lleva una hora de trabajo, sino que también equivale a 30 gramos, o lo que es lo mismo, para coger un kilo de seco, uno tiene que coger cinco kilos de húmedo, alcanzando en estos momentos en la Lonja el precio de 2.500 euros el kilo. 

No obstante, lo que hace diferente al azafrán de Albacete, al azafrán manchego sobre otros azafranes es, en palabras de esta integrante de la DOP, su sabor y su aroma algo que le hace superior frente a los otros, fundamentalmente, ante su principal competidor, el iraní, quien, por otra parte, tiene su principal arma en su precio, «mucho más barato que el de aquí».

Precisamente su condición de referente en la agricultura albacetense, su arraigo en muchos municipios de la provincia y su condición de pilar económico importante para las familias que lo cultivaban es lo que hizo que desde sus inicio, el Instituto Técnico Agronómico Provincial, el ITAP, investigase el azafrán y su cultivo. Un cultivo que, no obstante, hoy en día ha acabado convirtiéndose en un cultivo social, muy reducido en términos de extensión y muy expuesto a otros. 

Las investigaciones del azafrán, explica Llanos Simón, responsable de la sección de investigación en mejora vegetal del ITAP, buscan ya no sólo dotarle de más rentabilidad sino también la recuperación de un cultivo con muy alta calidad, como el albacetense, y con un nivel de comercialización asegurado al 100% pero que, sin embargo, requiere de mucha mano de obra. 

Los trabajos, añade Simón, se vienen a centrar, por un lado, en mejorar las «anticuadas» técnicas de cultivo actuales, ayudando al agricultor en la toma de decisiones de su plantación a fin de que ésta sea lo más rentable posible, y por otro, en la mejora genética del cultivo a partir de su banco de germoplasma vivo, activo. 

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