Elena Serrallé

Elena Serrallé


Hoy quiero confesar

31/01/2024

Hoy quiero compartir con todos los que paráis a leer mi rincón de palabras amontonadas uno de mis secretos. Quien bien me conoce habrá escuchado a mis labios verbalizarlo en más de una ocasión. Hay dos comportamientos que sencillamente no soporto, que me enervan, que me molestan sobre manera: que me mientan y que subestimen mi inteligencia.
Del mentiroso sólo quiero distancia, sólo eso. Lo quiero lejos de mí, expulsado de mi círculo. No concedo oportunidades a quien me miente, murió en el mismo instante en que traicionó mi confianza. Dejó de existir, jugó con lo más sagrado, la verdad. No puedo ni quiero controlar la sensación de desprecio que me genera una persona mentirosa, quizá el problema es mío, pero no pienso ceder en esto. Es una de mis líneas rojas.
De aquel que subestima mi inteligencia más que rechazo, siento compasión por lo ridículo que me resulta. Generalmente es un mediocre que confundió educación con inferioridad. A veces la mejor respuesta a la charlatanería es un silencio ensordecedor, pero no un silencio fruto del convencimiento apabullado sino de la condescendencia. Callo y lo interpreta como una victoria y lo que no se imagina es que callo porque ni discrepar acerca de su intervención me merece la pena. Callo porque valoro mi tiempo y mi energía. Callo mientras contemplo un espectáculo patético del que se cree vencedor de la conversación. Callo y me alejo.
Anduve tiempo intentando solventar mi reacción frente al mentiroso y al mediocre venido arriba, pero, como hoy va de confesiones, os confienso que ya cejé en el intento. Larga vida a mi rebeldía.