Mi libro favorito de Stefan Zweig es el de la mayoría de las personas que lo han leído: 'Momentos estelares de la humanidad'. Es un relato, por capítulos, sobre aquellos instantes en los que la Historia se aceleró vertiginosamente. La tesis es que los procesos históricos van larvándose durante décadas, a veces siglos, pero las costuras saltan en cuestión de días, horas o incluso minutos. De igual manera que un globo puede inflarse lentamente de aire durante años, pero el estallido siempre se produce en una fracción de segundo. Zweig pensó y documentó cuáles podrían haber sido los momentos más importantes de la Humanidad y los describió como si se tratase de una crónica periodística, muy bien bañada en su contexto.

La aceleración de los tiempos históricos, aliñada por el cine, la literatura, la prensa y el resto de géneros de ficción, nos aboca a suponer que estamos siempre acechando alguno de esos momentos estelares. En consecuencia, nos pasamos el día buscando señales, estirando hipótesis y aventurando teorías. Pero no conviene engañarse. El estallido del globo, cuando ocurre, es ensordecedor y no hay demasiadas dudas al respecto. Con esto sucede lo mismo que con esos adolescentes que se pasan la vida intentando saber si están enamorados o no lo están. No han entendido aún que, cuando llegue, lo van a saber.

Es posible que estemos acercándonos a uno de esos momentos estelares. Si nadie lo evita, se va a formar un gobierno bajo unas premisas nunca antes vistas. Tenemos al tercer partido del país hablando de golpe de estado y a la presidenta de la Comunidad de Madrid y valor en alza del partido más votado asegurando en televisión que vivimos ya en una dictadura. Tenemos las calles revueltas y le han dado un tiro en la cara al ex vicepresidente del Parlamento Europeo, ex-presidente del PP catalán y fundador de Vox. No sabemos cuándo falta para la deflagración, pero el globo parece a punto de estallar.