El Levante despertó de su sueño al Albacete Balompié y a toda su afición, pero para nada fue una pesadilla, fue el sueño dulce de una gran temporada que, ahora ya despiertos, toca saborear, porque lo vivido durante los últimos meses ha sido un menú digno de un restaurante de tres estrellas, con el chef Rubén Albés a la cabeza.
El Albacete Balompié era un restaurante nuevo en la categoría de plata y abrió sus puertas con la incertidumbre de saber si sus platos serían del agrado de su clientela. Comenzó la pretemporada con un menú de degustación que empezó a enganchar a una afición que dio su voto afirmativo a la comida con una buena respuesta en la campaña de abonos. Empezó la temporada y de la cocina del Albacete salían ricos platos que saciaban el apetito futbolístico de los seguidores blancos, que, poco a poco, viendo que la marcha del restaurante blanco no era flor de un día, fueron llenando su comedor, hasta completar todas sus mesas en la recta final, con grandes entradas en el Carlos Belmonte.
En la primera eliminatoria del playoff de ascenso, el postre no fue todo lo dulce que la clientela deseaba, pero todos los platos anteriores hacen que el gusto que queda en el paladar de los aficionados sea bueno, con ganas, tras las merecidas vacaciones del chef blanco y todos sus ayudantes de cocina, de volver a degustar la próxima campaña los exquisitos menús.
Y a quien se sienta triste en estos momentos, le recuerdo una gran frase de Tagore: «Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas».
Gracias canalletas, para mi sois de primera.