Coincidiendo con la llegada del otoño se habla de la puesta en marcha de dos nuevos proyectos políticos. Llegarían del brazo de la añoranza de algunos ciudadanos que estuvieron en la política y de otros que sin haber estado en la primera línea sí que participaron en diversas aventuras políticas. Aunque aún no han salido del telar tendrían ya hasta nombre: uno sería la "Tercera España", el otro, "Nexo".
De lo publicado se desprende que, en términos ideológicos, vendrían a ser una mezcla entre lo que pudo ser UPYD y lo que llegó a ser Ciudadanos. Entre sus impulsores se citan nombres de antiguos dirigentes de estos partidos hoy desaparecidos. El centro como posición espacial en el universo de la política y el término socialdemocracia como apellido ideológico también son citados a la hora de identificar a estas hipotéticas criaturas que invierten el apotegma gramsciano de lo nuevo por nacer, los mencionados partidos y lo viejo, en este caso Ciudadanos y UPYD, que están muertos y bien muertos.
Llegados a este punto parece oportuno preguntarse si es suficiente con qué una idea sea buena para que encuentre suelo sobre el que germinar. Y eso nos conduce a pensar que si los mencionados partidos centristas desaparecieron -primero la UPYD liderada por Roza Díez y posteriormente el Ciudadanos de Albert Ribera e Inés Arrimadas-, y fueron las suyas muertes políticas naturales, por consunción y pérdida de apoyo electoral, ¿qué induce a creer que ahora con las mismas ideas y con proyectos semejantes el resultado podría ser diferente? Ningún argumento objetivo, sólo la añoranza intelectual de un espacio político de centro qué, a la luz del actual proceso de polarización y, por qué no decirlo, del embrutecimiento de la política parlamentaria, hace que se eche de menos un partido capaz de actuar de bisagra entre los dos mayoritarios que nos han conducido a un escenario de crispación del que no se avizora salida.
Pero el remedio del partido de centro como formación capaz de tender puentes ya fue probado y por diferentes causas -entre otras por los errores de sus dirigentes-, fracasaron. Intentar resucitar el centro parece llamado a ser una causa imposible. Fue una idea a la que le llegó su tiempo pero ese tiempo ya es tiempo pasado. En este asunto la vida solo puede ser entendida mirando hacia atrás, pero hay que vivirla mirando hacia adelante. En política, la añoranza es un mal consejero.