Ángel Villarino

RATAS DE DOS PATAS

Ángel Villarino


Un chándal llamado Castilla-La Mancha

12/05/2023

Durante muchos años, Castilla-La Mancha era un chándal de la Junta que me regalaron en un campeonato de natación. Recuerdo que era morado y blanco, de mala calidad, que tenía un escudo, y que solía acabar en el fondo del armario. No había estado nunca Ciudad Real, ni en Albacete, ni en Cuenca, pero sí que había pasado fines de semana, incluso campamentos, en Segovia y en Ávila. Cuando voté en mis primeras autonómicas, aún no había entendido muy bien qué demonios estaba votando, ni donde se iban a reunir mis representantes a hacer qué.
Creo que la mayoría de los castellanomanchegos de mi edad podrían firmar testimonios parecidos. Es algo que a la gente del resto de España tiende a hacerles mucha gracia. Se ríen cuando lo cuentas, igual que cuando aclaras que, siendo de Guadalajara, no soy manchego. Aunque para nosotros resulta un tema descriptivo, sigue sonando a micro-regionalismo absurdo. Supongo  que algo se ha avanzado en la creación de una identidad regional a lo largo de estos años gracias a los chándales, a los toros del canal regional, a la tarjeta del Sescam y los calendarios de la Junta. Pero tampoco mucho.
A mí que me apasiona el tema de la identidad, me parece que este asunto da al menos para una tesis. Y probablemente ya existe, pero mi sensación es que se han dedicado más esfuerzos a entender algunas tribus nómadas del Sáhara que a entender al castellanomanchego. ¿Qué pasa cuando se crea una región con lo que les sobra al resto? Pues pasa la Hora Chanante, que es probablemente lo mejor que ha dado nuestra comunidad autónoma desde que así se llama.