Ya estamos en campaña electoral, aunque, la verdad sea dicha, casi no lo hemos notado mucho puesto que  por aquí andamos con la sensación de que nunca dejamos de estar sumidos en ella. Hay que reconocer y agradecer a nuestros políticos, con su forma de actuar y de hacer política, que sean capaces de generar entre los ciudadanos la sensación de que el juego político se reduce a un día de votaciones y cuatro años de campaña electoral. En efecto, es cierto que el periodo oficial de campaña sabemos que legislativamente tiene un inicio y un final, pero también que eso es un mero formulismo legal, pues la realidad es que las campañas electorales se hacen eternas por parte de los partidos políticos que ya sea desde el gobierno o desde la oposición convierten el marco político en una cancha donde se prepara el próximo mundial que, como las elecciones se juegan cada cuatro años.
Además de su perpetua duración, en Castilla-La Mancha la campaña tiene otra señal de identidad en sus características propias: vuelve a ser una campaña absolutamente bipartidista. Por más que miremos las opciones que concurren a las elecciones autonómicas, en esta región siempre ha sido un duelo, un mano a mano entre la derecha y la izquierda, o para ser más concretos un combate singular entre PP y PSOE, ante los que el resto de formaciones políticas que se presentan no pueden aspirar más que al papel de escuderos dispuestos a auxiliar a sus caballeros en liza si la matemática electoral así se lo exigiera. Circunstancia que no se descarta, sobre todo en el caso de PP y Vox, persistentemente posibilitada por una Ley Electoral nacida casi en los orígenes de esta comunidad.