Pilar Gómez

MIS RAZONES

Pilar Gómez


El cisma del CIS

03/04/2023

Las tensiones en el seno del Gobierno crecen día a día según se acercan las urnas por el horizonte. La entronización de Yolanda Díaz como líder del sector a la izquierda del PSOE durante la moción de investidura de Vox por parte de Pedro Sánchez evidenció el nivel de las relaciones entre los dos grupos que conforman el Ejecutivo. Pablo Iglesias ha lanzado una ofensiva frontal contra esta estrategia con un ímpetu que evidencia la importancia de la apuesta. Podemos teme verse arrinconado en el magma, aún informe, que lidera la titular de Trabajo bajo el nombre de Sumar. Podemos defiende con ahínco su espacio y amenaza insistentemente con el fantasma de la fractura.
  El último episodio de la trifulca entre ambos sectores ha emergido tras la publicación del último sondeo del CIS en el que la formación morada sufre un retroceso en tanto que el PSOE sigue en su cabalgada hacia la estratosfera. Los dirigentes de Podemos reaccionaron con enorme enfado ante este jugarreta teleridigida por José Félix Tezanos, quien, lejos de asumir dignamente su papel de responsable máximo del Instituto sociológico público, se ha convertido en una especie de principal agente electoral del Gobierno, lo que le lleva a incurrir en jugarretas de este tipo.
Tanto Ione Belarra como Lilith Vestrynge reaccionario con indignación manifiesta ante los resultados de la encuesta y acusaron a Tezanos de manipulación y de juego sucio. No cabe duda de que ambas tienen razón, la ironía estriba en que parece que, cinco años después de sondeos no sólo sospechosos sino abiertamente indecentes, el Podemos se hayan dado cuenta de que el CIS está 'manipulado?. Un poco tarde se antoja la queja. Un poco hipócrita la actitud.
Este episodio es un más en el combate entre las dos facciones del Gobierno. Se trata de una pugna por el espacio electoral de la ultraizquierda. Díaz, arropada por el presidente, no va a ceder. Iglesias pretende que unas primarias determinen la estructura de la futura plataforma electoral. El nivel de tensión actual no invita a pensar en la posibilidad de un arreglo. El problema lo tiene Sánchez, ya que si ambos grupos no se unen ante las urnas, no sumarán los escaños suficientes para reeditar un Frankenstein por otros cuatro años. Es posible que aparezcan sorpresas, que después d las autonómicas de mayo se produzcan movimientos hasta ahora imprevistos. Este panorama, indudablemente, a quien beneficia al PP, que se frota las manos ante el espectáculo de un tablero que se desintegra por la izquierda. De concretarse esta fractura antes de las generales, Sánchez tendría imposible mantenerse en la Moncloa. PP y Vox, al decir de todos los sondeos, alcanzarían sin problemas el número de diputados necesario para conformar un Gobierno de centroderecha.