Con Rajoy en la Presidencia del Gobierno de España Puigdemont huyó de Cataluña, escondido en el maletero de un coche, y ahora Pedro Sánchez «amnistía» al catalán, que puede regresar a Cataluña con todos los honores, a cambio de dejar al gallego compuesto y sin novia y estampillar a Sánchez como presidente del Gobierno. Por tanto, queda claro que los siete votos producto de tal cambalache hacen al líder socialista presidente del nuevo Ejecutivo y escamotean a Feijoó, que había ganado en las urnas el derecho a sentarse en el despacho oval de La Moncloa, compuesto y sin novia, mientras el «socio listo», que perdió, se alza como vencedor de las mismas. Es el juego de «tú me das una cosa a mí, yo te doy otra cosa a ti». Así está el patio y «el que más pueda capaor», que dice el refrán…
Todo absolutamente legal, pero producto de un endiablado tejemaneje y no pocas granujerías, que hacen de la política española un auténtico juego de tunantes. A quién haya creído alguna vez que en democracia la política es un asunto entre caballeros, que Santa Lucía le conserve la vista…
Aquí, en estas batuecas de nuestros pecados, y en lo que al juego político se refiere, el más necio hace relojes de madera y además le funcionan. Todo lo antedicho ha originado que llevemos más de 10 días, con sus correspondientes noches, de protestas, petardos y humaredas frente a la sede del PSOE. Cosa absolutamente inútil e inoperante, que no cambiará nada de lo que se ha cocinado en los fogones ambiguos del Palacio de Las Cortes de la Carrera de San Jerónimo, porque, en el fondo puede subyacer una pillería política, pero todo barnizado de absoluta legalidad. Otra cosa es que algunos entiendan la política como un juego de trileros, pero de eso a que haya algún resquicio que permita cambiar el orden de lo sucedido, va un abismo…