Francisco J. Martínez

Francisco J. Martínez


Zapaterito de Santa Quiteria

03/12/2023

Los focos de la IIIGala homenaje de los Quijotes del Toreo estaban centrados en la figura de Julián López El Juli. Era normal, una figura del toreo recién retirada después de 25 años en lo más alto del escalafón lo merecía, más si cabe cuando por la ciudad se corrió el bulo malintencionado de que no se presentaría -veremos si vuelve a recoger un premio a Albacete...-. Sin embargo, y sin menospreciar a El Juli, el momento de la gala organizada por la plataforma taurina También Somos Cultura fue para Rafael Sánchez Zapaterito de Santa Quiteria, quien recibió la ovación más cerrada de cuantas se produjeron en el acto. Y es que Zapaterito fue una buena persona y, encima, era aficionado a la tauromaquia como ya no quedan muchos. Lo demostró en innumerables ocasiones, pero la más significativa, fue en febrero de 2020, en plena pandemia. Se plantó en la puerta grande de la plaza de toros, sin más armas que una mesa de cámping, una silla de plástico, unas hojas en blanco y un bolígrafo para reclamar la vuelta de los festejos taurinos que nos había hurtado el Covid-19. Era una lucha perdida entre un humilde aficionado a la tauromaquia y una situación mundial extrema, pero no le faltaron arrestos para luchar.
Podría haber titulado esta columna «Rafael Sánchez», que era como se llamaba, pero lo hago con su apodo, porque, aunque no se vistiera de luces, era un torero de los pies a la cabeza, como bien dijo su gran amigo Miguel Naharro. 
Un accidente absurdo se lo llevó, pero vivirá en la plataforma También Somos Cultura, que llevará su capote allí donde haga falta partir una lanza en favor de la tauromaquia. 
¡Va por ti, Zapa, donde quiera que estés!