La resistencia de Ábalos a desaparecer de la actualidad política, incluso después de ser destituido de todo cargo político e incluso militancia, me retrotrae  a los recuerdos de mi infancia albaceteña, en la que, para obligar a las  zorras que  diezmaban los rebaños de cabras y corderos, a salir de las cuevas, en las que se refugiaban en  campos y sierras, después de sus fechorías, se hacían grandes hogueras de hierbas y matojos. El humo obligaba a las alimañas a  salir de las cuevas donde se refugiaban y escapar a uña de caballo de los campesinos que las recibían a escopetazo y tentetieso.
Comparar  a un ser humano con una alimaña como un zorro o una zorra no es muy ortodoxo, pero el comportamiento de Ábalos ante la pérdida del chollo, tampoco es mínimamente justificable, después de tantos años de «servicio» a su buchaca. ¿Dónde queda ese tan cacareado amor a la  causa de un partido en el que ha permanecido mientras le salía a cuenta? ¿Dónde está ese espíritu de servicio del que alardeaba?
Ábalos ha puesto pie en pared y poco parece importarle haberse quedado solo en la defensa de si mismo y sus espurios intereses. Parece que como parlamentario está dispuesto a continuar «sacrificándose» más solo que la una  en  el grupo mixto. El caso es continuar devengando las prebendas que de esa permanencia puedan sobrevenirle…Curioso personaje el Ábalos político. Él solo le está causando, con su resistencia a reconocer su realidad actual, más daño al Partido Socialista que  toda la bandada de aves de rapiña que revolotean a su alrededor. Acaba de asestarle una puñalada trapera a un partido político que, con sus luces y sus sombras, tiene muchos años de historia.