Feijóo sí tenía plan de gobierno, como tenía también un plan para los primeros cien días si efectivamente consigue hacerse con La Moncloa.
Cuando mantuvo su primera entrevista con Sánchez le entregó varias carpetas con las líneas principales de sus proyectos, pero el presidente ni las abrió. Prefería repetir una y otra vez que el presidente del PP no tenía programa. Esta vez Feijóo ha hilado más fino, y sabiendo que Alsina saca a sus entrevistados hasta el último aliento y lo difunden todos los medios, le adelantó qué había preparado su equipo para el caso de que se convierta en presidente.
No ha gustado nada al sanchismo, ni a los afines al sanchismo. Pero al menos no podrán decir que Feijóo no sabe qué va a hacer si un día ocupa el despacho más deseado de la Moncloa. Derogará la ley de Memoria Democrática y la Ley Trans -con la advertencia de que habrá ley que regule los derechos de los transexuales, distinta a la actual-, recuperará el delito de sedición, y hará ajustes en las leyes de Eutanasia, Vivienda, Educación y la Reforma Laboral; obligará a los gobiernos regionales a que hagan cumplir la ley y al menos el 25 por ciento de la enseñanza se imparta en castellano, reducirá la presión fiscal a los que cobren menos de 40 mil euros y estudiará detenidamente cómo actuar con las pensiones para permitir que se puedan mantener.
Al Psoe no le ha gustado por muchas razones, La primera, porque se viene abajo el discurso de que el PP no tiene un diseño de su actuación si consigue gobernar. Segundo, porque le indigna que Feijóo pretenda anular leyes aprobadas por Sánchez. Se comprende. Pero que un gobierno derogue, revise y ajuste lo del predecesor es habitual, como es habitual como prescindir de la casi totalidad de los altos cargos. Hubo un ministro -del PP- que mantuvo al grupo de secretarias de su antecesor diciéndoles que daba por hecho que le demostrarían la misma lealtad. Como así fue. Le sustituyó aquel al que había sucedido … que cesó a las secretarias que años antes habían trabajado con él.
Zapatero derogó la Ley de Educación del PP antes de que fuera aplicada, así que no podía conocer sus defectos, y anuló el pacto para la Justicia que habían firmado Psoe y PP antes de que él dirigiera el Psoe. Así que no pueden sentirse ofendidos los sanchistas si un presidente del PP anuncia que, si gobierna, derogará unas leyes y reformará otras. Leyes, por cierto, que fueron cuestionadas por destacados socialistas. Entre ellos, algunos de los pocos que han conseguido mantenerse en sus puestos porque defendieron lo que consideraban mejor para la ciudadanía en vez de apoyar lo que imponía Sánchez para contentar a sus socios de dentro y de fuera del gobierno.
La alternancia en el poder la deciden las propuestas de los distintos candidatos. Así se actúa en democracia.