Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


Profe, no me creo nada

14/11/2023

Les prometo que me ocurrió en mi Facultad de Derecho de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Explicaba a los de primer curso la llamada pirámide kelseniana que representa la idea de sistema jurídico escalonado, en cuyo vértice se sitúa esa Constitución de 1978 que preside todo el imperio del Derecho, cuando desde las últimas filas un alumno levantaba insistentemente la mano. Interrumpí mi exposición para darle la palabra y me suelta: «Profe, es que ya no me creo nada de lo que nos dicen». Quedé tan epatado ante su cuestionamiento, que dudé por un instante si era más bien una falta de consideración o una provocación. Pero por supuesto le dí la ocasión de continuar y exponer su idea, que les reproduzco: «Es que usted nos dice que la Constitución española preside todo; que su artículo 14 establece el principio de igualdad entre los españoles; que todos los poderes están sometidos a la Constitución, y que las decisiones de los jueces hay que acatarlas. Pero los estudiantes de Derecho comprobamos cómo se da un golpe de Estado en Cataluña y el instigador y sus secuaces serán perdonados sin arrepentimiento alguno. Vemos los estudiantes que ahora quieren revisar la acción de la justicia, cuando usted nos había dicho que la separación de poderes es un principio básico de las democracias y que las sentencias hay que acatarlas. Comprobamos también que el principio de igualdad entre los españoles quiebra cuando la acción del legislador trata con privilegios a determinadas comunidades autónomas. Lo siento, profesor Galiacho, pero no me creo nada de lo que usted aquí nos dice», concluyó el alumno. Y, sobre la marcha, mientras que el estudiante hablaba, se me ocurrió mi contestación: «Mire, los profesores salimos a decirles lo que hay que hacer bajo el marco constitucional que nos hemos dado, aunque luego otros se lo salten. Pero si logramos que, en el futuro, ustedes lo apliquen cuando ejerzan el Derecho, habremos cumplido nuestra misión». Así de peligrosas están las cosas. Ven lo que ven y ya no nos creen.