Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Aquello del espíritu constitucional

17/04/2024

Ver a Emiliano García-Page y a Juanma Moreno cantando el himno de Andalucía en la casa de Castilla-La Mancha en Sevilla alimenta el espíritu constitucional, y todo aquello que nos hizo pensar que nuestro país, por fin, podía salir de la senda de la autodestrucción y el cainismo y ponerse a trabajar en serio haciendo honor a su gran historia, pero bajo los parámetros de la modernidad, es decir, bajo los signos de la democracia, la tolerancia y el respeto.  Ha sido la escena que cuento en la Feria de Abril, y algunos temen que se trate de un espejismo que nos retrotrae a tiempos pasados que difícilmente volverán, cuando los dos grandes partidos se pegaban en el Congreso, como es lógico, pero hasta cierto punto, porque había un clima de entendimiento en lo básico, y hasta se juntaban en común alegría en las fiestas cívicas de guardar, el día de la Constitución, pongamos por caso, como Page y Moreno en la Feria de Abril. Desde allí han pedido un mayor entendimiento entre autonomías, como aguafiestas de esta orgia de tremendismo y polarización en la que estamos inmersos. 
Aquello del espíritu constitucional se nos presenta cada día más lejano, como una suerte de espejismo del país de nunca jamás, por más que los presidentes de Castilla-La Mancha y Andalucía se empeñen en recordarlo en un simbolismo primaveral de feria, porque la feria parece que va ya por otros derroteros y Juan Luis Cebrián denuncia, en su última entrevista,  que las instituciones están liquidadas y que en la presidencia del gobierno hay un individuo que divide a su partido y a la sociedad en "fachosfera" y  "mundo progresista", pero Cebrián lo llama «sanchosfera», articulada, dice,  alrededor de la ambición de un hombre que pierde el culo por siete votos.
El caso es que el estado de la cuestión está así en este punto y hora, con dificultad creciente de que vuelva el espíritu benefactor, más difícil aún cuanto más tiempo pasa y más lejos queda todo aquello, de manera que la buena sintonía de García-Page y Bonilla haciéndose fotos en Sevilla y cantando el himno de Andalucía en la casa andaluza de los castellanomanchegos podría pasar a los anales de la historia como uno de los últimos estertores de un país que se nos va de las manos, otra vez, como las arenas de la playa.
Fuera del recinto amable y risueño de ese espíritu que, a pesar de todos los venenos, sigue presente en buena parte de la sociedad , se colocan en línea de combate, tal que agentes depredadores, los que sacan tajada de la descomposición. Están, por ejemplo, Pere Aragonés y Carles Puigdemont, aunque ambos no se puedan ni ver. Están los que consideran que lo que se acordó en España hace más de cuarenta años era una prolongación del franquismo que ahora habría que liquidar vaciando de contenido y malversando instituciones básicas en una democracia, aunque sea para construir una entelequia plurinacional que no es más que un camino empedrando hacia el desastre, otro más en nuestra historia. Sabemos que todo lo que no sea un impulso hacia la unidad desde la diversidad es un retroceso en nuestra historia, lo sabe el sentido común, y lo deben saber también García-Page y Bonilla, pero hoy abundan los buitres en la plaza pública. 
Castilla-La Mancha se presta mucho a eso de la centralidad constitucional también por un motivo puramente físico o geográfico. Esta submeseta, que es el sur de Castilla, es en su parte manchega un tránsito clarísimo hacia lo andaluz, una vez atravesado Despeñaperros;  en sus zonas colindantes con Madrid, un punto de contacto con la capital de todas las Españas, espero que también de las que no quieren serlo;  en su parte limítrofe con Ávila, un balcón hacia la vieja Castilla, y también una conexión con Extremadura, así que somos como una encrucijada por donde pasan la mayoría de los  que se sienten españoles a pulmón lleno y no se plantean para nada si procede o no procede el espíritu constitucional. Hoy ese espíritu de buen royo y sonrisa plena que simbolizaron en medio de la feria Emiliano García-Page y Juanma Moreno parece despertar para una foto, un símbolo, un recordatorio de lo que podría ser, alguna intención de revertir la deriva en la que estamos, y no mucho más, porque fuera de ese marco crece el desasosiego y la sensación de que o cambia mucho la tendencia o el dichoso invento constitucional puede peligrar, sobre todo, el espíritu famoso, y al final la letra, que tanto se retuerce ahora.