Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


Aprovechar, descansar, disfrutar

27/08/2021

Con el final de las vacaciones de verano ha llegado la hora de rendir cuentas. Existen tres verbos que se suelen emplear para calcular el nivel de aprovechamiento vacacional.
El primero de ellos es, precisamente, el verbo «aprovechar»: ¿Hemos aprovechado bien las vacaciones? El segundo es «descansar»: ¿Hemos descansado lo suficiente? El tercero, «disfrutar»: ¿Hemos disfrutado todo lo posible? La respuesta positiva a estas tres preguntas genera un estado de satisfacción que nos lleva a afirmar que «hemos cargado las pilas». Y con esta tranquilidad podemos reintegrarnos a la actividad laboral sin sentirnos unos parias ni unos fracasados.
El problema es que existen opiniones muy dispares sobre lo que significa «aprovechar», «descansar» y «disfrutar», de tal modo que lo que para unos es aprovechar, para otros es perder el tiempo, y lo que para estos significa el descanso para aquellos es agotador.
En cuanto al disfrute, no existe un concepto más relativo. Por ejemplo, los hay que disfrutan cuando los azotan con un látigo (a lo que nada tengo que objetar, siempre y cuando sea yo quien maneja el látigo). Sin embargo, la mayoría de la gente prefiere conceptos claros y sólidos, es decir, normalizados, por lo que existe una lista limitada de lo que se consideran vacaciones bien aprovechadas. Todas ellas deben incluir al menos uno de los siguientes requisitos: playa, deporte, naturaleza, comidas copiosas, alcohol, destinos lejanos (mejor si son exóticos), sexo y, para aquellos que persiguen la espiritualidad, el Camino de Santiago. ¿No me diga que no puede usted describir sus vacaciones empleando al menos uno de los ítems de la lista?
Pues sepa que no ha aprovechado ni descansado ni disfrutado ni, por supuesto, cargado las pilas. ¿Que se siente usted satisfecho, a pesar de todo? Da lo mismo, sus compañeros de trabajo lo van a considerar igualmente un desgraciado el 1 de septiembre.