Bien por las corridas de «recuperación» en los pueblos de España. Son como ese «hacer dedos» de los pianistas para preparar los grandes conciertos. Pero no mucho más. Con las dos celebradas en Ubrique estos últimos días solo cabe pensar que más vale algo que nada. Aguado, Urdiales, Serna y Miranda estuvieron a la altura de las circunstancias, pero no podemos pararnos en eso y en lo que se anuncia para los próximos días. Las empresas de las plazas de primera y segunda, que dan y quitan, no pueden continuar imitando a los políticos de la situación y deben dejarse de mociones de censura y confrontaciones entre ellas, en la defensa a ultranza de sus propios intereses solamente, para trabajar con ahínco y sin desmayo por la continuidad y afianzamiento de la Fiesta, que es hacia donde deben ser dirigidos los puntos de mira…
 Porque la Fiesta de los Toros no es tuya ni mía, puesto que forma parte de la riqueza cultural de este país todavía llamado España. Y si hoy cedemos en esto, después cederemos en cosas más importantes. Yo me entiendo y bailo solo, ya que a los que tratan de acabar con la cultura taurina del país se les ve el cartón de hasta dónde pueden llegar si doblamos en lo taurino. No les demos tantas facilidades. Porque España sin toros sería como un Frankfurt sin salchichas, un Londres sin Támesis, un Paris sin Sena y Notre Dame o un Nueva York sin estatua de la Libertad.
¿No se dan cuenta de que lo que quieren nuestros politicastros de aluvión es quitarnos a los españoles cualquier atisbo de carácter y de personalidad propia? Porque piensan que en un país reducido al primun vívere les sería más fácil imponer esa especie de dictadura camuflada que pretenden, en la que ellos son los buenos y todos los demás los malos.