Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


El visitante

29/01/2021

Se ha hablado mucho de ese «visitante» interestelar que los astrónomos han denominado Oumuamua, palabra polinesia que viene a significar «explorador». El objeto fue avistado por primera vez en octubre del 2017, y casi inmediatamente llamó la atención de la comunidad científica. Las observaciones detectaron, en primer lugar, que la luz que despide varía en función de 1/7, y esto solo podría comprenderse si su forma fuera alargada (algo así como un cigarro puro) o aplanada (una especie de «pizza» interestelar), lo que resulta insólito para un cometa o asteroide. Pero lo más interesante es su comportamiento, es decir, su movimiento. Oumuamua sigue una trayectoria prácticamente rectilínea, lo que indica que posee algún tipo de propulsión autónoma, pues de otro modo resultaría afectado por la gravedad del Sol y acabaría describiendo una órbita elíptica, como la inmensa mayoría de los objetos que forman parte de nuestro sistema solar. Oumuamua proviene de las estrellas y se dirige hacia las estrellas, al igual que ocurre con otros cometas que nos han visitado antes. Y, sin embargo, no parece tratarse de un cometa, pues carece de esa cola característica formada por los gases que estos cuerpos dejan a su paso, y que les proporcionan su aceleración. Todo esto llevó a un astrónomo de Harvard a especular con la posibilidad de que se trate de un objeto manufacturado, de una nave, una sonda o algún tipo de chatarra espacial de origen extraterrestre. Oumuamua es pequeño para tratarse de un cuerpo celeste (algo así como una manzana de edificios de una gran ciudad), y cuando fue descubierto ya se alejaba de nosotros. Resultó imposible, por tanto, observarlo detalladamente con alguno de los telescopios orbitales. Una gran oportunidad perdida, y no solo para demostrar la existencia de vida e inteligencias extraterrestres, sino para para aprovechar su viaje y salir echando leches de este planeta.