Antonio García

Antonio García


"Distancia social"

20/07/2020

Eso de «volver a la casilla de partida» aplicado al retroceso que se da tras un aparente progreso es una de las más afortunadas metáforas dentro del lenguaje alternativo que nos ha traído la pandemia, mucho más digerible desde luego que la jerga militar, porque al menos tiene un componente lúdico que nos remite al entrañable juego del parchís. Volver al punto de partida supone desandar lo andado, dinamitar de un soplo todo el esfuerzo realizado, empezar de cero, y esa es justamente la situación, todavía evitable, a la que parece abocarnos nuestra confianza e inconsistente memoria, que una vez vista la luz del túnel se ha abalanzado hacia ella sin pararse a pensar que esa luz podía proceder de un tren a la contra. Uno de los motivos que pueden llevarnos a retroceder a la línea de salida es el no haber cumplido las prescripciones o haberlas tomado a la ligera, como la de la «distancia social», que así han querido llamar, esta vez con aberrante impropiedad semántica, a lo que no es otra cosa que distancia física o alejamiento. Solo cabe distancia social entre aquellos pertenecientes a status diferentes, favorecidos o desgraciados según su condición geográfica, económica o educativa. Entre mis cuñados y yo, por ejemplo, no cabe distancia social, por haber disfrutado más o menos de las mismas oportunidades, sino física, esa de un metro y medio que se me antoja insuficiente. Otra cosa es que la pandemia haya forzado que las ya existentes distancias sociales se agranden y que la brecha previa entre ricos y pobres se convierta en socavón, salvo que uno sea futbolista, en cuyo caso se le dispensa de todo cumplimiento.