Antonio García

Antonio García


Bulos científicos

26/04/2021

«Científicos de primera fila cuestionan la mascarilla al aire libre y con distancia», titula El País. Conviene detenerse en ese titular porque invita a deducir que, si hay científicos de primera fila, también los habrá de segunda, de tercera, y hasta en los puestos de cola, y que a lo mejor los que nos dictaron las normas restrictivas pertenecían a los últimos de la fila. Durante más de un año, los expertos en salud, en comandita con gobiernos y medios de comunicación, nos han tenido embozados, amedrentados, emborregados, nos han convertido en delatores del prójimo, aparte de promover un monstruoso mercado de mascarillas de quita y pon que han contribuido a emponzoñar el planeta. Bastaría este cisma en el mundo científico entre partidarios y detractores de mascarillas para dudar de la infalibilidad de la ciencia, uno de los mantras usados por nuestros políticos y tertulianos a fin de justificar la imposición de taparnos la jeta. Si hay dos versiones sobre el mismo asunto, antípoda una de otra, cabe pensar que una de ellas incurre en delito de bulo, otro de los mantras usados para acosar y derribar a los mal llamados negacionistas. Por supuesto, si viene a ser cierto que la mascarilla no era más que un placebo, al igual que el lavado compulsivo de manos, los que nos obligaron a usarla deberían pedir disculpas a los ciudadanos. Pero no lo harán: siempre les quedará el argumento de que lo hicieron por nuestro bien. De paso también deberíamos pedir disculpas a todos esos famosos a lo que hemos linchado mediáticamente por renegar del bozal. Tampoco lo haremos, pues ello sería reconocer que hemos sido nosotros, los acatadores sumisos, quienes nos hemos equivocado por no habernos rebelado a tiempo.