Antonio García

Antonio García


Errores y erratas

13/07/2020

No se nos pueden reprochar, ni a gobernantes ni a ciudadanos, los errores cometidos durante la pandemia porque era nuestra primera pandemia, y seguro que la siguiente, si hemos aprendido algo, nos sale mucho mejor, con nuevas armas de defensa, nuevas actitudes y la instalación en una nueva normalidad que, si se repite la faena, ya será vieja; siempre y cuando la naturaleza no mejore por su parte el arsenal de ataque -ya se pronostica que el siguiente virus podría contagiarse por el aire- ante lo cual tenemos todas las de perder. No siempre la eminencia del científico garantiza la cura porque a veces la enfermedad es más eminente aún. Un porcentaje muy elevado de españoles ha terminado asumiendo la obligación de las mascarillas pero otra parte significativa se ha entregado al botellón y la vida en terraza como si no hubiera un mañana. Los españoles, pueblo de contrastes, se mueven entre los extremos del «vivan las caenas» y el «no nos moverán», de ahí que nuestro progreso siempre haya sido conflictivo. Los errores están para aprender de ellos, aunque muchos interpretan esta segunda oportunidad de regeneración como un trampolín para cometerlos mejorados. Todos cometemos errores, incluso los responsables de la selectividad, que han confundido La Fontana de oro, de Galdós, con uno de sus Episodios Nacionales, error explicable porque no han leído la rica biografía de Arencibia que a su vez está llena de erratas en las fechas, fácilmente solucionables en una segunda edición. La segunda edición de la pandemia nos pondrá a prueba, pero no conviene abusar de las convocatorias.