Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


Jamás lo permitiría

18/02/2023

No es bondadoso usar del viejo para finalidad espuria -hacer de él bastardía-. Mueve a una profunda congoja verle con pañuelos juveniles y afanes de cátedra. Santiago Carrillo habla muy bien en sus Memorias de Ramón Tamames y Tierno Galván en las suyas -Cabos sueltos- donde hay menciones de interés a José Bono. Ayer mismo, alterando mi biblioteca, condenando libros de primera a segunda fila, reparé en el VII tomo de Alfaguara escrito por Tamames -La república y la era de Franco-. La edad longeva es siempre mala en las artes y en la política. Todo lo que podría decir Tamames en la Carrera de San Jerónimo le sonaría a Santiago Abascal como una música antigua y quizá incomprensible, se quedaría en el pañuelo coqueto de Ramón -escondiendo el retorcido y arrugado cuello- y en una lectura desaprovechada de Javier Cercas. Pondría Tamames en un platillo de la balanza los altos principios constitucionales y en el otro la avilanteza de Pedro Sánchez -conveniencia, oportunidad, audacia e insolencia- como una radiografía ineluctable. Las palabras más comedidas y respetuosas las deslizó Feijóo: «si fueras mi padre no lo permitiría». Los viejos brillantes sufren el desdén de los políticos jóvenes -Ramón Tamames ensalzaría el patriotismo republicano- y los ministros de Unidas Podemos le reprocharían, como lo hicieron con Santiago Carrillo, el haber cedido demasiado y ser peones de un régimen corrupto. (Tamames miraría al ministro de Comercio con el desprecio -tan justo- del militante cabal y podría recordarse el último movimiento del viejo Carrillo, expulsado del PCE, y coqueteando con su pañuelo de fantasía: volver al PSOE del que salió). Y así todo el rato. Como viejo brillante sería estorbo de unos días y quizá llamase carlistas -que lo son, que lo son- a las minorías de catalanes y vascos, escuchando toda réplica condescendiente de pajarracos que empezarían así: «respeto su trayectoria de lucha y militancia, pero resulta injurioso verlo aquí abrazado al señor Abascal» -la señora Montero diría «abrazado a los fascistas»-. El tiempo de Ramón Tamames lo es de mesa camilla y de conversación larga. Es el tiempo de un viejo de gran categoría. Feijóo lo reivindicó como anciano sabio y le dijo lo que cualquiera diríamos a nuestro padre. No. Jamás lo permitiría.