El «¡coño!» de Pablo Casado, en su enfrentamiento con el Presidente del Gobierno en la última sesión parlamentaria, sonó como un estallido. Aquel exabrupto no parecía salido de la boca del morigerado líder derechista. Fue algo así como el «estamos hartos de estar hartos» con que el actor Peter Finch invitaba a reaccionar a su audiencia de todos los Estados Unidos de América en la película Neetwork, ante la dictadura economicista imperante. «Abran las ventanas y griten a los cuatro vientos» su disgusto ante la trapisonda economicista que sufre el país gritaba Finch, exaltado y descompuesto. Y todo el país abría sus ventanas, para hacer patente  en la oscuridad de la noche su  ira ante el fiasco.
¡Quién lo diría! El circunspecto señor Casado, saliéndose por la tangente de su moderado discurso habitual… Eso sí, sin la exaltación del actor en cuestión. Pero el significado era el mismo…o parecido. ¿Quién no «está harto de estar harto», con «¡coño!» o sin «¡coño!», de la política zigzagueante de don Pedro, que jura y perjura constantemente que no gobernará con el voto de los independentistas catalanes y vascongados, comprobando como, cuando todavía no se ha perdido en el aire el eco de sus promesas, hace todo lo contario a lo que promete incluso en sede parlamentaria?
 Si la falta de formalidad política fuera obra del presidente de un Gobierno de derechas, o incluso ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario, y el menda estuviera en la oposición, ardería en fervores democráticos pidiendo a voz en grito su dimisión. Nunca se vio cosa parecida, y sin embargo don Pedro y sus acólitos continúan en sus trece presentando la política como una película de buenos y malos. El y los suyos, claro, son siempre los buenos y los  demás los malos malísimos…