Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


Premio

27/10/2023

He vuelto a participar en certámenes literarios, no tanto por los premios en metálico (que son esporádicos y escasos) como por la emoción de medirme con tantos buenos escritores desconocidos como hay por ahí. Cuando a uno lo llaman para comunicarle que ha ganado el premio del Ayuntamiento de Donde Cristo Perdió el Gorro, no deja de experimentar una sensación de euforia que dura hasta que calcula lo que le va a costar el desplazamiento al municipio en cuestión. Y, aún así, no deja de ser una forma original y simpática de hacer turismo, por lo que de momento no voy a cejar en el empeño. Lástima que estos certámenes atraigan a tanto sinvergüenza, un espécimen del que el mundo no anda escaso, y menos el mundillo literario. Allá por junio, sin ir más lejos, me presenté al concurso de novela negra Sed de Mal, cuyo único premio consistía en la publicación de la obra ganadora en la editorial Atlantis, de la que nunca había oído hablar. Cuál no sería mi sorpresa cuando desde dicha editorial se ponen en contacto conmigo para decirme que, aunque no he ganado, el jurado ha alabado la calidad literaria de mi novela, por lo que están interesados en editarla. Muy orgulloso, pero con la mosca detrás de la oreja, hago algunas indagaciones y descubro que la supuesta editorial obtiene sus beneficios por el procedimiento de ofrecerles la publicación a todos los participantes y organizarles una presentación de la obra en su localidad, con la condición de que deberán comprar todos los ejemplares que no vendan (lo que, según ellos, nunca ocurre). El resultado es que el escritor acaba comprando su propia novela en una edición cutre que le venden como si estuviera impresa en vitela, y ahí concluye su aventura editorial. A pesar del cabreo, al menos tuve la oportunidad de llamar sinvergüenzas a estos desaprensivos, que tienen de editores lo que yo de banderillero.

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