Paco Mora

Paco Mora


El derecho a elegir

03/12/2022

El primer diccionario que tuve en las manos preparando ya el ingreso de Bachillerato decía: «prostituta, mujer que comercia con su cuerpo». Ahora, casi un siglo después, abro el ordenata y en cualquier portal encuentro noticias de un movimiento político-feminista en el que se clama por prohibir la prostitución. ¿Han tenido que pasar tantos años para que nos demos cuenta de que vender el amor por horas es una aberración? Pues parece que sí, y es que, como cantaba la célebre zarzuela, «hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad». 
El zipizape montado con el derecho a elegir el propio sexo resulta aún más complicado, porque uno en su ignorancia no sabía que mientras el futuro ciudadano o ciudadana se forma en el seno materno pueda elegir nacer con pitilín o chichi. Al parecer, basta con decirle a la gestante: «Oye, mami, ojo con no hacerme con nada colgando que a mí lo que me gusta son los niños». Y las madres, santas, que son unas santas, le encomiendan a San Apapucio Obispo, patrón de los betuneros, que lo que llevan en el macuto salga con su rajita. ¿Verdad usted?
Supongo que eso pretenden los autores de este barullo sexual en que nos revolcamos, con lo que entienden ellos como libertad de elegir. Porque si de lo que se trata es de añadir colgajos o abrir rajitas cuando los nasciturus son ya mayores de edad, esto va a ser una carnicería. Porque oír a la nena ya con espolones decir «mami, llévame al médico a que me coloque un pitilín porque me he enamorado de la vecina que esta más buena que el pan de coca», tiene su punto. Vamos, para mear y no echar gota…Y digo yo, ¿no sería ya hora de que los que dicen gobernar lo hicieran en serio y dejaran en paz la entrepierna de los ciudadanos y ciudadanas?