La vaca frisona Ariel ha ganado por tercera vez el Concurso Internacional de Cremona (Italia) y el Parlamento cántabro le ha impuesto la Medalla de Plata en reconocimiento por llevar con tanta categoría y dignidad el nombre de Cantabria allende nuestras fronteras. Para el acto se le ha construido un recinto adecuado a su categoría en el propio Parlamento. Tratamiento que ha levantado críticas acervas respecto a que a un animal de cuatro patas se le dé tal categoría en sede parlamentaria. En respuesta a los detractores de dicha distinción al vacuno ejemplar, el presidente Revilla ha manifestado que la vaca Ariel merece tal tratamiento parlamentario «más que muchos de los componentes políticos de la cámara», o algo así…
Palabra de Rey. Para saberlo, él. Y cuando él lo dice por algo será. Lleva ya muchos años en el machito el señor Revilla, como para dudar de su opinión. El histrionismo de Revilla no tiene parangón ni en el Parlamento cántabro ni en el panorama político en general, se mire por donde se mire. De tal modo que los ciudadanos de Cantabria tienen pocos motivos para asombrarse por ver una vaca tratada con tal consideración y respeto. Al fin y al cabo, la cosa tiene un curioso precedente en su paisano Hormaechea y su célebre toro. 
Hasta es muy posible que el señor Revilla y la vaca Ariel pasen a la historia de Santander de la mano. Eso sí, también es probable que lo mejor hubiera sido que se sorteara quien debía llevar a quien cogido del ronzal. Al fin y a la postre una vaca, sea de Cantabria o de La Gineta, no gana todos los días un concurso internacional sea en Cremona (Italia) o en Pelacuclillos de Arriba. Aunque, reconozcámoslo; tampoco los Revilla abundan como las setas…