Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


Alcohol y Feria

08/09/2023

Hace unos años decidí renunciar totalmente a la ingesta de alcohol, lo que me ha convertido en un tipo raro si es que no lo era ya. Los españoles hemos asimilado el alcohol de tal modo a nuestra vida social que una celebración que no se riega ni es celebración ni es nada. En cuanto a aquel que se declara abstemio, está condenado a provocar la suspicacia general. Te toman por un moralista o por un exalcohólico fanatizado. «¿Ni siquiera una cañita?», te preguntan extrañados, aunque nadie le preguntaría a un vegetariano «¿ni siquiera una chuletita?». Sin embargo, llevo tiempo comprobando que renunciar al alcohol no solamente mejora de forma notable la salud, sino que te hace disfrutar de una claridad y una perspectiva de la que se carece cuando uno bebe. Sobre todo, te permite contemplar a los bebedores con la frialdad de un entomólogo, y comprobar cómo el alcohol transforma la personalidad y el comportamiento de quienes abusan de él de un modo lamentable, convirtiendo a gente normal en histriones, en babosos o, en el peor de los casos, en personas temerarias y hasta violentas. Por desgracia, las ideas de diversión y la de intoxicación etílica están tan ligadas que para muchas personas son la misma cosa. Lo comprobaremos durante estos días de Feria, sobre todo entre la gente joven y los adolescentes. En una sociedad tan permisiva con el consumo de alcohol entre menores, muchos chicos y chicas comenzarán a construir su particular mitología festiva en torno a la bebida, y rememorarán sus borracheras como si fueran gestas heroicas, ignorando los riesgos para su salud presente y futura. A veces (perdónenme los forofos) veo nuestra Feria como un gran mecanismo de producir borrachos, como si el gran motor económico de esta ciudad que se afirma que es solo pudiera funcionar a base de alcohol etílico.

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