Antonio García

Antonio García


Los muertos vivos

04/09/2023

Rosa Montero ha sido la última muerta apócrifa de un verano lleno de muertes verdaderas. José Luis Perales, Fernando Savater, Pérez Reverte, entre otros, sufrieron asimismo el zarpazo de la guadaña mentirosa, activada por un bromista de redes, Tomasso Debenedetti, que se autopostula como campeón de la mentira y que ya se había inventado unas entrevistas bastante más verosímiles que las de verdad. Está muy feo eso de mentir o bromear con un asunto tan serio, pero pienso que antes que condenar o desmentir al italiano, los implicados en la broma macabra deberían aprovechar esa oportunidad que se les ofrece de ser, durante unas horas, muertos en vida, la fantasía universal de asistir al propio entierro para comprobar las reacciones de deudos, amigos y conocidos, o si uno es un personaje público, la de la sociedad en conjunto. ¿Quién no habrá soñado con leer su obituario? Se precipitan los famosos en desmentir su muerte, cuando lo pertinente sería confirmarla para fisgonear, desde su fingido nicho, quiénes de verdad les apreciaban: se vería que quienes les repudiaron en vida ahora tienen buenas palabras para ellos, que se engordan las virtudes que no tuvieron o que se rebajan las que les engalanaron, aunque el golpe más duro a su vanidad sería constatar que, pasados los cuatro días de duelo, el tinglado continúa sin ellos. Y esto que digo vale también para los individuos anónimos. A todos nos vendría que nos enterraran antes de tiempo para que se nos bajaran los humos de creernos imprescindibles y saber a qué atenernos. Cerciorados, en vida, de que no somos nadie, ya podemos morirnos tan ricamente y seguir no siéndolo con mayor motivo.