Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Feminismo auténtico

08/03/2024

Ignoro si hay alguna profesión con más vanidosos que en el periodismo. En lo que conozco, no hay rival, a pesar de que lo del cuarto poder ha experimentado un evidente descenso de categoría con el paso de los años. De lo que no tengo duda es que es uno de los oficios más bonitos del mundo. Gabriel García Márquez lo calificaba como el mejor y tampoco es cuestión de discutir a Gabo. Una profesión que te regala la posibilidad de acercarte a gigantes anónimos cuya historia personal es capaz de enriquecer, primero, la del propio periodista y, después, las de todos aquellos que lo ven, lo escuchan o lo leen. 
En esa categoría está Julia Simón Muñoz. Su voz se ha apagado este miércoles tras 105 años de una vida intensa y plena. En 1968, fue la gran impulsora de la Formación Profesional para mujeres en Guadalajara con la fundación del llamado Colegio Rural, un proyecto que se amplió al Colegio Profesional María Madre, donde las jóvenes de los pueblos tenían la posibilidad de formarse como administrativas o auxiliares de Enfermería. También puso en marcha en la ciudad la Asociación Católica Internacional de Servicio a la Juventud Femenina, con la creación de la Residencia Stella y un servicio de acogida para jóvenes sin recursos.
El feminismo auténtico, sin bandera y sin subvenciones, ese que jamás entenderán aquellas que han decidido hacer negocio de una causa justa. «A la Residencia Stella llegaban estudiantes y trabajadoras desde todos los pueblos de la provincia. Se juntaban más de 60 chicas. Ni sé cómo pudimos sacar aquello adelante. La deuda inicial fue de 19 millones de pesetas y no recuerdo cómo me las apañé. Fue con ayuda de amistades y porque Dios lo hace todo», me contaba Julia para La Tribuna hace menos de un año. 
Ha visto pasar nueve Papas, una guerra mundial, una guerra civil, dos pandemias y tres reyes españoles. En 105 años, a Julia Simón le ha dado tiempo a casi todo. A disfrutar y a sufrir; a trabajar sin descanso y a reposar en la madurez de sus últimos años; a tomar las riendas de iniciativas como la primera escuela de animación juvenil de Guadalajara y también a saber retirarse. Y con esa hoja de servicio repleta de sueños cumplidos, nunca pidió premios, aunque todos hubieran sido tan merecidos como insuficientes. No le va a hacer falta para entrar, pero ahora que está camino del Cielo, cuando San Pedro abra la puerta puede enseñarle la medalla Pro Ecclesia et Pontifice, una condecoración que le otorgó el Papa Benedicto XVI por su largo y excepcional servicio a la Iglesia católica. 
Julia Simón nació en Copernal allá por el año 1919 y es memoria histórica de la buena. De la que se cuenta sin revanchismo y sin rencor. A su hermano, tres años mayor que ella, le mataron en la Guerra Civil y tuvieron que abandonar su pueblo para refugiarse en Yelo, una localidad de Soria donde vivía un pariente. Se vieron obligadas a huir a toda prisa y su casa de la capital quedó a disposición de las milicias. Cuando acabó la contienda, estaba en pie, pero completamente desvalijada, lo que les exigió volver a empezar, como tantas familias que pudieron contarlo. 
La historia de Julia Simón es de las que nos permite a todos reconciliarnos con la vida, más aún en el momento de su despedida. Aunque no tuvo hijos, jamás ha estado sola y su familia le ha acompañado en todo momento hasta el final, lo cual no deja de ser también un ejemplo en épocas en las que la soledad de nuestros mayores se está convirtiendo en la gran pandemia del siglo XXI.