Antonio García

Antonio García


Cerrar los bares

11/03/2024

Muchas cosas se podrán criticar de la ministra y vicepresidenta Yolanda Díaz -su gazmoñismo, sus graves dificultades con la oratoria, su peinado- pero en aras de la ecuanimidad habrá que reconocerle también los aciertos, entre los que se encuentra su propuesta de acortar el horario de los bares, en su tramo nocturno. La medida no ha caído bien entre hosteleros, pero ha caído peor entre la clientela, que no entiende la disciplina de emborracharse si otros no le sirven la copa. El exministro Garzón vivió parecida tesitura cuando quiso limitar el consumo de carne. Carnívoros que somos nos arrojamos a su yugular y ahora nuestro festín antropófago se ceba en la ministra, cuyo único pecado es aspirar a civilizarnos un poco, equiparando nuestros horarios a los europeos. No hace mucho que un historiador defendía la idea de que no somos diferentes del resto de países. En esta rebeldía ciudadana, reacia a desasnarse, tiene la demostración de que sí lo somos. No se trata de hacer proselitismo de la castidad o la abstinencia -allá cada cual con sus vicios privados- sino de morigerar nuestras costumbres públicas, una empresa titánica cuando nos la vemos con un pueblo de tradición jaranera, poco madrugador y nictálope, que ha hecho del bar su segunda residencia. En los genes hispanos está arraigada la idea de que la diversión empieza de madrugada y no hay diversión sin concurso espirituoso, a gritos y dando la tabarra al que solo aspira a unas horas de descanso. A la que intenta poner orden en el desmadre se le llama puritana, aguafiestas, sueca y cosas peores. Nos falta ilustración y nos sobran bares para ponernos al nivel europeo.

ARCHIVADO EN: Albacete, Yolanda Díaz