Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


Segurado en el Ateneo

22/02/2022

José Antonio Segurado fue un auténtico líder empresarial y un político liberal que unió su proyecto, el Partido Liberal, a esa mayoría natural de centro derecha por la que luchó Manuel Fraga. El gran Marcelino Oreja logró que los liberales de Segurado y los democratacristianos de Alzaga se integraran en el Partido Popular. Segurado llegó a ser su vicepresidente. Cuando Aznar alcanzó la presidencia lo defenestró y el empresario presentó la dimisión. Al conocer su decisión, Aznar soltó sobradamente aquello de «hoy no he podido dormir al conocer la dimisión de Segurado». José Antonio era una persona culta, un empresario a la antigua usanza, elegante, empático y elocuente al ser propietario de un rico vocabulario desde aquella voz grave que poseía. Una especie empresarial en extinción, cuyo señorial estilo aún pervive en personas como el empresario teatral Enrique Cornejo o la familia cuchillera Arcos de Albacete. El 21 de enero de 1987, Segurado fue invitado a nuestro Ateneo, entonces con sede en el entresuelo del edificio Centro de la calle Mayor, para pronunciar la conferencia La alternativa liberal. Fue presentado al alimón por el recordado Paco Ballesteros y mi amigo Emilio Valero, responsables del Partido Liberal en Albacete. Al acabar Segurado su magnífica disertación, pedí la palabra para dirigirle, con todo el sentido, la siguiente pregunta: «Señor Segurado, ¿por qué le cuesta tanto al centro derecha reconocer un solo liderazgo?". El empresario apuró con parsimonia y en dos caladas su cigarro Winston y con cierta severidad pasó a contestarme: «Mire, joven, la derecha será siempre un corral de gallos con pedigrí, dispuestos a eliminarse entre ellos». Tiempo antes de su muerte, me reencontré con Segurado en Oviedo en la clínica del doctor Luis Fernández Vega, y años antes también lo había hecho en el Congreso al despedir al siempre recordado Adolfo Suárez. Estos días de esperpento político nacional me ha evocado la respuesta profética de un gentleman de la política como fue José Antonio Segurado. En el corral de la vieja España, los gallos siguen picándose al amanecer.