Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


Lo que ganan los políticos

15/11/2022

Es el momento. Ahora que estamos cuestionándolo todo y concluyendo que solo un importante cambio sistémico nos podría sacar de un atolladero, que cada vez se antoja más negro y largo, es necesario hacer una profunda reflexión sobre lo que ganan los políticos. Menos ellos, claro, todos coincidimos en que sus sueldos son exagerados, cuando, además, en muchos casos ni los merecen. Aprovechando que hace unos días se han hecho públicos los rendimientos y patrimonio del presidente de Castilla-La Mancha y sus consejeros, ahondamos de nuevo en la necesidad perentoria de que se rebajen de forma considerable unos emolumentos que, sin duda, han elevado a estas personas a una categoría de ricos que no tiene por qué ir aparejada a la condición de servidores públicos, que es lo que realmente son y por lo que se le paga. Pocos profesionales liberales y empresarios de este país son capaces de embolsarse más de 100.000 euros al año, que es lo declara Page respecto al 2021. Tampoco la mayoría de los españoles podemos disfrutar en propiedad de dos pisos; o de un plan de pensiones por valor de 170.338 euros y 318.375 euros en una cuenta naranja; o de conducir un coche valorado en cerca de 50.000 euros. O como, en el caso de uno de sus consejeros, haberse comprado una nueva vivienda que se suma a la dos que ya declaró. Y así podríamos seguir con toda la corporación regional al completo. Llegados a este punto, y orillando lo que afecta a lo meramente económico, hay una cuestión referida a estos ingresos que favorece esa falta de apego a la realidad por parte de una clase política demasiado adinerada. Todos hemos conocido personas que al meterse en las lides políticas han mejorado su vida sustancialmente. Y ese ascenso, de sopetón, a la soñada categoría de clase alta, conlleva que su sensibilidad social se vaya diluyendo hasta desaparecer. No sufren los devastadores efectos de la inflación y de la crisis energética como lo hacemos el resto. Su escasa empatía con los problemas de a pie les aleja de querer solucionarlos con urgencia. No pisan el mismo suelo que sus votantes y ellos lo notan. Sí, la tozuda y ruinosa realidad impone la exigencia de una importante rebaja en el sueldo de los políticos. Es ahora.