Hay una sola pandemia, pero, como todo desde el Neolítico y en la vida, nos afecta de muy diferente manera si eres rico o pobre. Los políticos están entre los primeros ya que, por alguna extraña razón, en vez de obligarlos a servirnos de forma valiente y competente, no hacemos más que engordarlos, desde el tamaño de su ego y volumen de su cuenta corriente. Como si fueran lechones que luego nos fuéramos a comer. Lo de la entrevista de Sánchez, en La Sexta Noche, es el mejor ejemplo de que hay una sola pandemia, pero gente que no la está sufriendo como el resto de todos nosotros. El pueblo se contagia, se muere y tiene la culpa. Y hasta se lo merece. Qué desastre, presidente. Cómo es posible que, en un ejercicio de cinismo político de máxima altura, niegue la terrible realidad por la vergonzosa razón de conservar un puñado de millones de votos. Lo peor que le puede pasar a un gobernante es perder el contacto con la verdad, con el latir de la calle, con lo que hace sufrir a sus súbditos. Sánchez sabe lo que está sucediendo, pero no lo va a aceptar ya que, irremediablemente, el puesto le iría en ello. Así es la política moderna. Da miedo y asco a parte iguales. En Albacete la situación de la pandemia no es alarmante, de momento. Ese mismo viejo y pequeño Hospital General, que el pasado viernes se inundó por la caída de cuatro gotas, y que sufrió cientos de muertos entre marzo y abril, parece seguir igual de poco preparado por si esta segunda ola saca los dientes y muerde fuerte. Ante tal situación, ¿qué van a hacer los políticos locales? ¿Serán capaces, esta vez, de enfrentarse a Page si miente de nuevo? ¿Pedirán ayuda al Gobierno de España si fuera necesario? ¿O se meterán de nuevo bajo la cama hasta que deje de asolarnos el maretazo? Ellos son injustos beneficiarios de esa pandemia diferente y atenuada que no les da vértigo, ni les provoca temor. Ojalá y no tengamos que comprobarlo.