José Juan Morcillo

José Juan Morcillo


Las alubias vascas

10/02/2021

Los representantes de Podemos y Bildu en el Ayuntamiento de Bilbao han pedido que este verano se suspenda la Eurocopa en la capital vizcaína, pero no por motivos de salud pública derivados del coronavirus. Con el lodo de la mofa han ensuciado estos ediles las palabras del alcalde cuando recordó en el pleno municipal que los partidos de fútbol se celebrarán cumpliendo con todas las medidas de seguridad, tanto si no hay público como si asiste un porcentaje reducido.
Cuando tomó la palabra Carmen Muñoz, la concejal de Podemos, espetó que los partidos de la Eurocopa que se jueguen en Bilbao han de suspenderse porque «es un evento masculinizado que discrimina a las mujeres y su testosterona creará incidentes». Para Bildu, no es una cuestión de pelotas, sino de follaje y de matas de habas, pues, según su portavoz, «el País Vasco pierde como nación. Si se celebra sin público, España gana y Euskal Herria pierde las alubias y el sentido de nación».
Sobre las declaraciones de la de Podemos no quiero malgastar mi tiempo y mi espacio porque no estamos para soplapolleces. En cuanto a las de Bildu, sí, y lo haré de la mano de uno de los más ilustres hijos de la capital vizcaína. En su artículo País, paisaje y paisanaje publicado en Ahora el 22 de agosto de 1933, Unamuno, que adoraba su tierra natal, su folclore y un vascuence del que conocía incluso toda su diversidad dialectal, muestra su más firme oposición al nacionalismo independista vasco. Afirma el rector de Salamanca que el paisaje vasco, entroncado en la rica identidad de la España peninsular e insular, lo convierten «esas frívolas juventudes» nacionalistas en «paisanaje», pues se comportan como simples paisanos, como aldeanos montaraces para los que solo existen su lengua, su folclore y sus habas. «Les conozco a esos pobres diablos; les tuve que sufrir antaño. Querían convencerme de que eran una especie de arios, de una raza superior y aristocrática [empeñada en] falsificar la Historia y calumniar», igual que hoy, solo que ahora sus débiles y torpes cacareos apenas valen para malcontar un puñado de alubias.